INTRODUCCION: "THE NEW REALISM COOPERATIVE STUDIES IN PHILOSOPHY / EL NUEVO REALISMO ESTUDIOS COOPERATIVOS EN FILOSOFÍA" (1912) BY EDWIN B. HOLT, WALTER T. MARVIN, WILLIAM PEPPERRELL MONTAGUE, RALPH BARTON PERRY, WALTER B. PITKIN Y EDWARD GLEASON SPAULDING
EL NUEVO REALISMO / Neorealismo
INTRODUCCIÓN (1)
Se puede decir que el nuevo realismo es en la actualidad
algo entre una tendencia y una escuela. Mientras sólo lo reconocían sus
enemigos no era más que una tendencia. Pero la guerra ha desarrollado una
conciencia de clase y está cerca el momento, si es que no ha llegado ya, en que
un realista podrá reconocer a otro. Este naciente espíritu de camaradería,
acompañado por un deseo de una mejor comprensión y una cooperación más
efectiva, ha impulsado la presente iniciativa.
Tal vez sea inevitable que el nuevo realismo mantenga
durante algún tiempo su tono polémico. Un nuevo movimiento filosófico surge
invariablemente como protesta contra la tradición y basa su esperanza de un
logro constructivo en la corrección de los hábitos de pensamiento establecidos.
El neorrealismo se encuentra todavía en una fase en la que domina este motivo
crítico y es la principal fuente de su vigor y unanimidad. Sin embargo, antes
de que una filosofía pueda alcanzar la mayoría de edad y desempeñar un papel
importante en el pensamiento humano, debe ser una filosofía completa o, al
menos, debe mostrar promesas de serlo. Si ha de asumir ese papel, debe
comprometerse a desempeñar todo el papel. Los autores del presente libro
albergan, por tanto, la esperanza de haber logrado no sólo ampliar, clarificar
y fortalecer la crítica neo-realista, sino también presentar esa crítica como
base para la solución de problemas filosóficos especiales y para el
procedimiento de las ciencias especiales.
__________________
(1) La siguiente introducción expresa opiniones comunes a
los diversos autores de este libro, pero ha resultado conveniente utilizar
partes de los siguientes artículos que ya han aparecido impresos. Montague. The New Realism and the
Old. Journal of Philosophy, Pychology and scientific methods, 1912, vol 9, pag 39.
Perry. Realism as a Polemic and Program of Reform. Journal of Philosophy, Psychology
and scientific methods., 1910, vol 7, pag 337 - 365
__________________
*** INTRODUCCIÓN
EL SIGNIFICADO HISTÓRICO DEL NUEVO REALISMO/NEOREALISMO
El nuevo realismo no es un accidente, ni una demostración de
fuerza, ni una erupción especulativa aislada y curiosa. Cualquiera que sea la
opinión que se tenga sobre su corrección o su capacidad de perdurar, al menos
se le debe conceder un lugar en la corriente principal del pensamiento moderno.
Es una doctrina fundamental y típica, definible en términos del amplio juego de
fuerzas intelectuales y peculiarmente característica de su conjunción actual.
La importancia histórica del nuevo realismo aparece más
claramente en sus relaciones con el «realismo ingenuo», el «dualismo» y el
«subjetivismo». El nuevo realismo es, en primer lugar, una doctrina que se
ocupa de la relación entre el proceso de conocimiento y la cosa conocida; y,
como tal, es la última fase de un movimiento de pensamiento que ya ha pasado
por las tres fases que acabamos de indicar. En otras palabras, el neorrealismo
intenta abordar el mismo problema que dio origen al «realismo ingenuo», al
«dualismo» y al «subjetivismo»; y sacar provecho de los errores, así como de
los descubrimientos, de los que estas doctrinas han sido responsables.
1. La teoría del realismo ingenuo es la más primitiva de
estas teorías. Concibe los objetos como presentados directamente a la
conciencia y siendo exactamente lo que parecen ser. Nada se interpone entre el
sujeto que conoce y el mundo exterior a él. Los objetos no están representados
en la conciencia por ideas; ellos mismos están presentados directamente. Esta
teoría no hace distinción entre apariencia y ser; las cosas son simplemente lo
que parecen. Se piensa que la conciencia es análoga a una luz que brilla a
través de los órganos sensoriales, iluminando el mundo exterior al sujeto que
conoce. Hay en esta visión ingenua un completo desprecio por la ecuación
personal y el elaborado mecanismo subyacente a la percepción sensorial. En un
mundo en el que no existiera tal cosa como el error, esta teoría de la relación
de conocimiento permanecería indiscutible; pero con el descubrimiento del error
y la ilusión llega la perplejidad. Los sueños son quizás los primeros fenómenos
de error que despertaron a la mente primitiva de su realismo dogmático. ¿Cómo
puede un hombre dormir en su cama y al mismo tiempo viajar a lugares lejanos y
conversar con los muertos? ¿Cómo se pueden conciliar los acontecimientos del
sueño con los de la vigilia? El primer método para combatir este tipo de error
consiste en dividir el mundo real en dos reinos, igualmente objetivos e
igualmente externos, pero uno visible, tangible y regular, el otro más o menos
invisible, misterioso y caprichoso. El alma, después de la muerte y a veces
durante el sueño, puede entrar en el segundo de estos reinos. El país onírico
objetivado del niño y el país de los fantasmas del salvaje son el resultado del
primer esfuerzo del realismo natural para hacer frente al problema del error.
Sin embargo, es fácil ver que esta duplicación del mundo de los objetos
existentes sólo explica un número muy limitado de experiencias oníricas,
mientras que es evidentemente inaplicable a los errores de la vigilia. Siempre
que, por ejemplo, el sueño se refiera a los mismos acontecimientos que los ya
vividos en la vigilia, no puede hablarse de apelar a un mundo de sombras. Los
acontecimientos irreales que están en conflicto con la experiencia de los
demás, e incluso con la propia, más inclusiva, deben ser desterrados por
completo del mundo exterior. ¿Dónde, entonces, se los debe localizar? ¿Qué es
más natural que localizarlos dentro de la persona que los experimenta? Porque
es sólo en ella donde el objeto irreal produce algún efecto. Se considera que
los objetos de nuestros sueños y fantasías, y de las ilusiones en general,
existen sólo "en la mente". Son como los sentimientos y los deseos en
el sentido de que sólo una mente única los experimenta directamente. Así, el
alma, considerada ya como el principio misterioso de la vida y dotada de
propiedades peculiares que trascienden las cosas físicas ordinarias, se
enriquece aún más al ser convertida en el hábitat de la multitud de objetos
inexistentes. Una reflexión más profunda sobre los fenómenos del error conduce
al descubrimiento del elemento de relatividad en todo conocimiento y,
finalmente, a la comprensión de que ningún acontecimiento externo puede
percibirse hasta que ha dejado de existir. Los acontecimientos que percibimos
como presentes son siempre pasados, pues para percibir algo es necesario enviar
energía de algún tipo a nuestros órganos sensoriales, y cuando la energía nos
llega, la fase de la existencia que le dio origen ya ha pasado. A esta
aberración temporal universal y necesaria de los objetos percibidos se añade
una aberración espacial casi igualmente universal, pues todos los objetos que
se mueven con relación al observador no son percibidos donde estaban cuando los
percibió, sino, en el mejor de los casos, donde estaban cuando el estímulo
salió de ellos. Y además de estas aberraciones espaciales y temporales de la
percepción, sabemos que lo que percibimos dependerá no sólo de la naturaleza
del objeto, sino también de la naturaleza del medio a través del cual sus
energías han pasado en su camino hacia nuestro organismo; y también del estado
de nuestros órganos sensoriales y de nuestro cerebro. Finalmente, tenemos todas
las razones para creer que siempre que el cerebro sea estimulado de la misma
manera en que normalmente lo es por un objeto, experimentaremos ese objeto,
aunque no esté en ningún sentido existencialmente presente. Estos numerosos
hechos innegables prueban que el error no es un fenómeno trivial y excepcional,
sino la mancha normal, necesaria y universal que toda experiencia perceptiva
debe sufrir.
2. Consideraciones como éstas han llevado al abandono del
realismo ingenuo en favor del dualismo, la segunda de las teorías antes
mencionadas. Según esta segunda teoría, ejemplificada en las filosofías de
Descartes y Locke, la mente nunca percibe nada externo a sí misma. Sólo puede
percibir sus propias ideas o estados. Pero como parece imposible explicar el
orden en que ocurren estas ideas apelando a la mente en la que ocurren, se
considera permisible e incluso necesario inferir un mundo de objetos externos
que se asemejan en mayor o menor medida a los efectos o ideas que producen en
nosotros. Lo que percibimos se considera ahora sólo una imagen de lo que
realmente existe. La conciencia ya no se considera análoga a una luz que
ilumina directamente el mundo extra-orgánico, sino más bien como un lienzo de
pintor o una placa fotográfica en la que se representan objetos en sí mismos
imperceptibles. La gran ventaja de la segunda teoría o teoría de la imagen es
que explica plenamente el error y la ilusión; El inconveniente de esta teoría
es que no parece explicar nada más. El único mundo externo es el que nunca
podemos experimentar; el único mundo del que podemos tener alguna experiencia
es el mundo interno de las ideas. Cuando intentamos justificar la situación
apelando a la inferencia como garantía de esta externalidad inexperimentable,
nos topamos con la dificultad de que el mundo que inferimos sólo puede estar
hecho de la materia de la experiencia, es decir, sólo puede estar formado por
imágenes mentales en nuevas combinaciones. Un objeto inferido es siempre un
objeto perceptible, uno que podría experimentarse en algún sentido; y, como
hemos visto, las únicas cosas que según esta teoría pueden experimentarse son
nuestros estados mentales. Además, el mundo en el que se centran todos nuestros
intereses es el mundo de los objetos experimentados. Incluso si, por imposible,
pudiéramos justificar la creencia en un mundo más allá del que podemos
experimentar, sería un logro estéril, porque un mundo así no contendría ninguna
de las cosas que vemos y sentimos. Un mundo así llamado real nos resultaría más
extraño y completamente extraño que el país de los fantasmas o el país de los
sueños que, como recordamos, el realista primitivo intentó utilizar como hogar
para algunas de las irrealidades de la vida.
3. Parece muy natural en una coyuntura como ésta intentar el
experimento de dejar de lado este mundo de objetos extramentales y contentarnos
con un mundo en el que sólo existen mentes y sus estados. Ésta es la tercera
teoría, la teoría del subjetivismo. Según ella, no puede haber objeto sin
sujeto, no puede haber existencia sin conciencia de ella. Ser es ser percibido.
El mundo de los objetos capaces de existir independientemente de un conocedor
(la creencia en la que unió al realista natural y al realista dualista) es
ahora rechazado. Esta tercera teoría concuerda con la primera teoría en que es
epistemológicamente monista, es decir, en que se adhiere a la teoría
representativa de la percepción en lugar de a la representativa; pues, según la
primera teoría, todo lo que se percibe debe existir, y según la teoría actual,
todo lo que existe debe ser percibido. El realismo ingenuo subsumía lo
percibido como una especie dentro del género existente. El subjetivismo subsume
lo existente como una especie dentro del género percibido. Pero si bien la
tercera teoría tiene estas afiliaciones con la primera teoría, coincide con la
segunda teoría en considerar todos los objetos percibidos como estados
mentales: ideas inherentes a la mente que los conoce y tan inseparables de esa
mente como cualquier accidente lo es de la sustancia que lo posee.
El subjetivismo tiene muchas formas, o mejor dicho, muchos
grados. Se presenta en su forma más conservadora y primera en la filosofía de
Berkeley. Descartes y Locke, y otros defensores de la epistemología dualista,
ya habían ido más allá de los requisitos de la teoría de la imagen con respecto
a las cualidades secundarias de los objetos. No contentos con la doctrina de
que estas cualidades tal como existían en los objetos sólo podían inferirse,
les habían negado incluso el estatus inferencial que concedían a las cualidades
primarias. Las cualidades secundarias que percibimos no son ni siquiera copias
de lo que existe externamente. Son los efectos nebulosos producidos en la mente
por combinaciones de cualidades primarias, y se parecen a los objetos irreales
en que son meramente subjetivas. La base principal de este elemento de
subjetivismo en los sistemas de realismo dualista inmediatamente anteriores a
Berkeley era la creencia de que la relatividad para el perceptor implicaba
subjetividad. Como las cualidades secundarias mostraban esta relatividad, se
las condenaba como subjetivas. Ahora bien, para Berkeley era lo más fácil del
mundo demostrar que una relatividad igual o incluso mayor correspondía a las
cualidades primarias. La forma, el tamaño y la solidez percibidos de un objeto
dependen tanto de la relación del perceptor con el objeto como su color y
temperatura. Si es axiomático que todo lo que es relativo al perceptor existe
sólo como una idea, ¿por qué, entonces, las cualidades primarias que eran todo
lo que quedaba del mundo físico podían reducirse a meras ideas? Pero
precisamente aquí Berkeley detuvo bruscamente su razonamiento. Se negó a
reconocer que (1) las relaciones entre las ideas o el orden en que nos son
dadas, y (2) las otras mentes que se conocen son tan relativas al conocedor
como lo son las cualidades primarias y secundarias del mundo físico. Se pueden
conocer otras mentes sólo en la medida en que se tiene experiencia de ellas, e
inferir su existencia independiente implica tanto y tan poco del proceso de
objetivar e hipostasiar las propias ideas como inferir la existencia
independiente de los objetos físicos. Berkeley evitó este resultado obvio de su
propia lógica al utilizar la palabra "noción" para describir el
conocimiento de aquellas cosas que no dependían para su existencia del hecho de
que fueran conocidas. Si uno tenía una idea de una cosa —por ejemplo, del
cuerpo de su vecino—, entonces esa cosa existía sólo como un estado mental.
Pero si uno tenía una noción de una cosa —por ejemplo, de la mente de su vecino—,
entonces esa cosa era perfectamente capaz de existir independientemente de que
uno la conociera. Considerando la vigorosa elocuencia con la que Berkeley
arremetía contra la tendencia de los filósofos a sustituir las palabras por los
pensamientos, resulta patético que él mismo haya proporcionado un ejemplo tan
sorprendente de esa misma falacia. En épocas posteriores, Clifford y Pearson no
dudaron en valerse de un recurso lingüístico bastante similar para escapar a la
conclusión solipsista de un subjetivismo consecuente. La distinción entre los
objetos físicos que, como «construcciones», existen sólo en la conciencia del
conocedor, y otras mentes que, como «expulsiones», pueden ser conocidas sin
depender en modo alguno del conocedor, es esencialmente la misma, tanto en su
significado como en su futilidad, que la distinción berkeleiana entre idea y
noción. La cuestión entre el realismo y el subjetivismo no surge de un dilema
psicocéntrico —la dificultad de concebir objetos al margen de toda conciencia—
sino más bien de un “dilema egocéntrico” mucho más radical (1), la dificultad
de concebir que las cosas conocidas existan independientemente de que yo las
conozca. Y la intensidad del dilema es completamente independiente de la
naturaleza del objeto mismo, ya sea una cosa física como el cuerpo de mi
vecino, o una cosa psíquica como la mente de mi vecino.
_____________________
(1) Comparar o Ver también (C.F.), abajo, 11-12.
_____________________
Hume vio y trató de resolver parte de esta dificultad en su
prueba de que las sustancias espirituales de Berkeley eran en sí mismas meras
ideas; pero la posición de Hume está sujeta a dos críticas: primero, no logra
evitar mejor que la de Berkeley un relativismo o solipsismo completo, pues es
tan difícil explicar cómo un «conjunto de percepciones» puede tener algún
conocimiento de otro «conjunto de percepciones» igualmente real como explicar
cómo un «espíritu» puede tener conocimiento de otros «espíritus». Segundo, la
doctrina humeana sufre una dificultad adicional que le es peculiar, ya que al
destruir la concepción de la mente como una «sustancia», dejó sin sentido la
concepción completamente correlativa de los objetos percibidos como «estados»
mentales. Si no hay sustancia, no puede haber estados ni accidentes, y deja de
tener sentido considerar las cosas que se conocen como dependientes o
inseparables de un conocedor. 4. Pasando a la forma de subjetivismo
desarrollada por Kant, podemos señalar tres puntos: (1) Un paso atrás hacia el
dualismo, en el que Kant juguetea, aunque no realmente abraza, la noción
dualista de una cosa en sí, una realidad fuera y más allá del reino de los
objetos experimentados que sirve como su causa o fundamento. (2) Un paso
adelante del subjetivismo de Berkeley y Hume, en el que Kant reduce al estado
subjetivo no sólo los hechos de la naturaleza sino también sus leyes, al menos
en la medida en que se basan en las formas del espacio y el tiempo y en las
categorías. (3) Aparece en el sistema kantiano una característica completamente
nueva que está destinada a figurar prominentemente en sistemas posteriores. Se
trata de la concepción dualista del conocedor, como un ser doble, trascendental
y empírico. Es el yo trascendental o nouménico el que da leyes a la naturaleza
y que posee los objetos experimentados como sus estados. El yo empírico o
fenomenal, por otra parte, es simplemente un objeto entre otros y no goza de
ninguna primacía especial en su relación con el mundo del que es parte.
Las filosofías postkantianas abordan los tres puntos que
acabamos de mencionar de la siguiente manera: 1) Se abandona el rasgo
retrógrado de la doctrina de Kant —la creencia en la cosa en si —. 2) Se acepta
y amplía el paso adelante —el poder legislativo conferido por Kant al yo como
conocedor— hasta el punto de considerar la conciencia como la fuente no sólo de
las formas a priori de relación, sino de todas las relaciones, cualesquiera que
sean. 3) Se amplía la doctrina del yo dual hasta el punto de identificar en un
yo absoluto la pluralidad de yoes trascendentales defendidos por Kant, con el
resultado de que nuestros diversos yoes empíricos y los objetos de su
experiencia son considerados como manifestaciones o fragmentos de un yo único,
perfecto, omnicomprensivo y eterno. Pero no es difícil ver que este nuevo
dualismo del yo finito y el yo absoluto implica las mismas dificultades que
encontramos en el dualismo cartesiano del estado consciente y el objeto físico.
En efecto, o bien la experiencia del fragmento abarca las experiencias del
absoluto, o bien no las abarca. Si se da lo primero, el absoluto se vuelve
cognoscible, sin duda, pero sólo a costa de perder su carácter absoluto y de
quedar reducido a un mero «estado» del supuesto fragmento. La existencia del
absoluto dependerá entonces del hecho de que sea conocido por sus propios
fragmentos, y cada yo fragmentario tendrá que asumir que su propia experiencia
constituye el universo entero, lo cual es solipsismo. Si se elige el otro
extremo del dilema y se insiste en la realidad independiente del absoluto,
entonces se hace a costa de hacer que el absoluto sea incognoscible, de
reducirlo a la condición del mundo externo inexperimentable del realista
dualista. El dilema en sí es la consecuencia inevitable de hacer del
conocimiento una relación interna y, por lo tanto, constitutiva de sus objetos.
En efecto, gran parte de la discusión filosófica de los últimos años se ha
centrado en el esfuerzo de los absolutistas por defender su doctrina de los
ataques de los empiristas de la tradición berkeleiana y humeana de tal manera
que se evite por igual la Escila del dualismo epistemológico y la Caribdis del
solipsismo. Pero, como hemos visto, los subjetivistas más empíricos de la
escuela más antigua y estrictamente británica están expuestos a la misma
crítica que la que instan a los absolutistas, pues es tan difícil para el
berkeleiano justificar su creencia en la existencia de otros espíritus, o para
el seguidor fenomenalista de Hume su creencia en haces o corrientes de
experiencia distintas de la suya, como para el absolutista justificar aquellas
características de la experiencia absoluta que se encuentran más allá de la
experiencia de los fragmentos finitos.
5. Y ahora entran en esta escena problemática los nuevos
realistas, ofreciendo a los absolutistas y fenomenalistas de manera imparcial
su nueva teoría de la relación del conocedor con lo conocido.
Desde el punto de vista de esta nueva teoría, todos los
subjetivistas sufren una queja común. Las diferencias ontológicas que separan a
escritores como Fichte y Berkeley, el señor Bradley y el profesor Karl Pearson,
quedan, para un realista, eclipsadas por el error epistemológico que los une.
La huida del subjetivismo y la formulación de una alternativa que sea a la vez
reparadora y positivamente fructífera constituye la cuestión central y
preeminente para cualquier protagonista realista. Es anterior a todas las demás
cuestiones filosóficas, como el monismo y el pluralismo, el eternalismo y el
temporalismo, el materialismo y el espiritualismo, o incluso la tendencia pragmática
y el intelectualismo. Esto no significa que el neorealismo no conduzca a una
solución de estos problemas, sino sólo que, como base para su discusión clara,
es esencial en primer lugar librarse del subjetivismo.
La teoría relacional de los neorrealistas es, en esencia,
muy antigua. Para comprender su significado es necesario remontarse más allá de
Kant, más allá de Berkeley, incluso más allá de Locke y Descartes, hasta ese
sentido común primordial que cree en un mundo que existe independientemente de
nuestro conocimiento, pero que también cree que ese mismo mundo independiente
puede presentarse directamente en la conciencia y no meramente representarse o
copiarse mediante "ideas". En resumen, el neorealismo es, en términos
generales, un retorno a ese realismo ingenuo o natural que fue la primera de
nuestras tres teorías típicas de la relación de conocimiento; y como tal, debe
distinguirse claramente del realismo dualista o inferencial de los cartesianos.
Pero la causa del abandono del realismo ingenuo en favor de la teoría dualista
o de imágenes fue el desacuerdo aparentemente desesperado entre el mundo tal
como se presenta en la experiencia inmediata y el sistema verdadero o corregido
de objetos en cuya realidad creemos. Así pues, el primer y más urgente problema
para los neorrealistas es enmendar el realismo del sentido común de tal manera
que sea compatible con los hechos de la relatividad.
Por esta razón, en el presente volumen (2) se ha prestado
especial atención a la discusión de esos fenómenos especiales, como la ilusión
y el error, que supuestamente desacreditan el realismo natural y ponen en
marcha una línea de pensamiento que no puede detenerse sin el subjetivismo. Es
necesario investigar de cerca el mecanismo de la percepción y la lógica de la
contradicción y la falsedad. Y es necesario obtener una definición de la tesis
central del realismo, la tesis de la independencia, que no sea tan vaga como
para violar los hechos, ni tan vaga y formal como para ignorarlos (3).
___________________
(2) Comparar o Ver también (C.F.), abajo. IV, V, VI.
(3) Comparar o Ver también (C.F.), abajo, No. II.
___________________
____________________________________
a. Portada "THE NEW REALISM COOPERATIVE STUDIES IN PHILOSOPHY / EL NUEVO REALISMO ESTUDIOS COOPERATIVOS EN FILOSOFÍA (1912)"
_____________________________________
Estimado Usuario puede descargar la OBRA ORIGINAL en nuestro grupo:
• Walden IV (Comunidad Conductista) / Walden IV (Behaviorist Community)
Visita el Grupo en el siguiente Hípervinculo:
https://www.facebook.com/groups/WaldenIV
Titulo: "PREFACIO THE NEW REALISM COOPERATIVE STUDIES IN PHILOSOPHY / EL NUEVO REALISMO ESTUDIOS COOPERATIVOS EN FILOSOFÍA"
Autor: EDWIN B. HOLT, WALTER T. MARVIN, WILLIAM PEPPERRELL MONTAGUE, RALPH BARTON PERRY, WALTER B. PITKIN Y EDWARD GLEASON SPAULDING
Fuente: NEW YORK THE MACMILLAN COMPANY
Año: 1912
Idioma: Inglés
OBRA ORIGINAL
Tips: En la sección “Buscar en el grupo” coloca el título del libro, autor o año y descargalo de manera gratuita, en el grupo se encuentra solo en inglés, ¡OJO! en esta publicación lo puedes disfrutar en español (Ya que es una traducción del original). Queremos agradecer a todos los lectores por el apoyo pero en especial a la Mtra. Amy R. Epstein quién es Profesora de la University of North Texas agradecemos en demasía puesto que fue ella quien nos compartió el acceso a este valioso artículo. Atentamente todos los que hacemos posible Watson el Psicólogo (@JBWatsonvive) (Herrera, A. & Borges, A.)
Comentarios
Publicar un comentario