Para la mayoría de los psicólogos, el hecho de que la psicología haya alcanzado el rango de ciencia equivale a que esté libre de todo vestigio de teoría epistemológica. Y por parte de los filósofos, esta creencia ha sido recíproca. Como epistemólogo, uno no tiene que preocuparse por las doctrinas psicológicas. Uno puede aceptarlas todas -en la medida en que sean psicología ortodoxa- sin que su idealismo o su realismo se vean afectados en lo más mínimo, pues las cuestiones son completamente distintas.
Ahora bien, sin duda el especialista del laboratorio
psicológico no se preocupa por el alcance epistemológico de la teoría de los
elementos, pero el teórico psicológico, a diferencia del simple experimentador
-el Newton o el Galileo de la ciencia psicológica-, seguramente sí. Y, por otra
parte, si uno acepta su epistemología con E mayúscula y se fortalece con una
"referencia objetiva", puede darse el lujo de dar la espalda a la
psicología y a todas sus obras. Pero para aquellos de nosotros -y somos muchos-
que hemos llegado a sentir que "epistemología" es una mala palabra y
que "referencia objetiva" no es mejor que un principio vital, las
concepciones teóricas de la psicología son de profundo interés. ¿Cómo concibe
el psicólogo el "proceso consciente" cuando prescinde de la metáfora,
y cuál es su relación con el objeto de la cognición? Cuando uno hace introspección
y presta atención a un proceso complejo como una percepción, ¿qué está haciendo
exactamente y en qué se diferencia de su observación del objeto percibido? La
verdad es que, a mi parecer, si aceptamos lo que el psicólogo parece querer
decir -aunque no siempre esté de acuerdo consigo mismo- nos vemos obligados a
abordar de forma absolutamente desesperada los problemas de la cognición. Tal
vez sea la conciencia de ello lo que hace que el psicólogo esté tan ansioso por
dar la espalda a toda epistemología.
Pero el psicólogo no habla en absoluto con una sola voz. Por
un lado, encontramos al funcionalista con su afirmación de que la psicología es
una continuidad con la lógica; por otro, al conductista, con sus afiliaciones
biológicas y su afirmación de que la psicología no se ocupa de los procesos
conscientes, sino de la conducta consciente. Tal vez los extremos no estén tan
alejados como parecen, sino que tienden a encontrarse. Pero no nos interesan
aquí. Nos interesa la escuela ortodoxa de psicólogos analíticos y
experimentales, que conciben la psicología como una ciencia de los procesos
conscientes. Son ellos los que se adhieren con más fuerza a la doctrina de que
la psicología es una cosa y la epistemología otra. La psicología, en su
opinión, se ocupa únicamente de lo existencial (en contraposición a lo
significativo). Es una ciencia natural, y su tarea es el análisis y la
descripción de los procesos de la vida consciente, y las leyes de su orden y
sucesión. Se ocupa del conocimiento sólo en la medida en que es un
acontecimiento, un proceso temporal que sigue su curso como parte de la vida
psíquica de un individuo. El psicólogo no tiene nada que ver con su validez, ni
siquiera con ella como conocimiento de algo. La cuestión de su validez es una
cuestión lógica; la cuestión de cómo el proceso temporal constituye un
conocimiento de un hecho objetivo es epistemológica: una cuestión de sentido y
no de existencia.
Pero si la psicología se ocupa únicamente de lo existencial,
¿cuáles son las existencias que estudia? No son -la respuesta llega
rápidamente- existencias en el sentido de entidades sustanciales. El psicólogo
no está comprometido con el supuesto de un conjunto de cosas mentales que
podemos observar mediante un "sentido interno" y que se conciben como
más o menos análogas a las cosas materiales. Él, como el resto de nosotros,
cree que se ha sacudido completamente el polvo del representacionismo de los
pies. Pero si lo presionamos para que dé una respuesta positiva a la pregunta,
se refugia en la afirmación de que los procesos conscientes que estudia son
sólo abstracciones de nuestra experiencia concreta común, abstracciones desde
un punto de vista particular, al igual que "átomo" y
"organismo" son abstracciones similares obtenidas desde diferentes
puntos de vista. O bien puede decir, como lo hace Wundt, por ejemplo, que el
tema de la psicología es el contenido total de la experiencia en su carácter
inmediato, mientras que la ciencia natural se ocupa de la experiencia como
mediata (1). Y, sin embargo, el psicólogo es capaz, como el resto de nosotros,
de discutir seriamente el problema del paralelismo psicofísico; Como si pudiera
ser un problema real si lo psíquico no se concibe como un orden de ser opuesto
a lo físico. Incluso cuando el psicólogo se niega, como es común en los últimos
tiempos, a discutir el paralelismo (excepto quizás como una "hipótesis de
trabajo"), su negativa se basa en el argumento de que el problema
pertenece a la metafísica, y no en el argumento de que desde su propio punto de
vista lo encuentra esencialmente sin sentido, un mero callejón sin salida en el
desarrollo del pensamiento reflexivo. No se puede tener ciencia sólida y mala
metafísica; porque incluso si el científico le da la espalda a la metafísica,
está obligado a sentir su influencia, al igual que la gente respetable que
segrega sus barrios bajos se ve afectada por ellos. En el caso del paralelismo,
sucede también que el problema se engendró en el surgimiento de la propia
psicología moderna, y seguirá siendo un problema hasta que el desarrollo de las
concepciones psicológicas haya expuesto su esterilidad.
____________________
1.- “Esquemas de psicología”, transcripción de C. H. Judd,
cap. I
____________________
Pero volviendo a nuestra pregunta más de cerca: ¿cómo
concibe el psicólogo sus existentes, sus procesos conscientes? Podemos
descubrirlo mejor si contrastamos su visión con la de sus antecesores, los
empiristas ingleses. Los empiristas trataban francamente las ideas (para
utilizar el término en el sentido Lockeiano) como entidades, una especie de
"cosa" psíquica, además, como resultado quizá de esta manera de
verlas, estaban comprometidos con esa confusión desesperanzada de existencia y
significado que tan a menudo se ha señalado. “Las ideas de Locke, entonces, y
las ideas de James Mill, eran significados, señales de pensamiento, fragmentos
de conocimiento; las sensaciones e ideas de la psicología moderna son
Erlebnisse (Traducido del Aleman “experiencia, vivencia, acontecimiento o
emoción), datos de la experiencia inmediata. Y el cambio de punto de vista trae
consigo una segunda diferencia principal entre el sensacionalismo antiguo y el
más nuevo. Los significados son estables y pueden discutirse sin referencia al
tiempo; de modo que una psicología cuyos elementos son significados es una
psicología atomística; los elementos se unen, como bloques de mosaico, para dar
formaciones estáticas, o se conectan, como los eslabones de una cadena, para
dar series discretas. Pero la experiencia es continua y una función del tiempo;
de modo que una psicología cuyos elementos son sensaciones, en el sentido
moderno del término, es una psicología de procesos, inocente tanto del mosaico
como de la concatenación” (2). La psicología moderna, entonces, sustituye el
proceso temporal por la entidad sustantiva.
_________________
2. “Psicología experimental del proceso del pensamiento”, E.
B. Titchener, págs. 26-27.
_________________
Pero debemos ir más allá. La concepción empirista de las
ideas no era perfectamente simple. Siempre fue más o menos confusa, además de
sufrir alguna modificación en el desarrollo de la escuela. En primer lugar, las
ideas se concebían como entidades de las que la mente es consciente
directamente y que manipula, separándolas y uniéndolas para formar nuevas ideas
complejas. Esta es, en particular, la forma de pensar de Locke y es la base del
representacionismo. En segundo lugar, las ideas se conciben siguiendo la
analogía del átomo material. Son capaces de actuar unas sobre otras y unirse
bajo la "suave fuerza" de la asociación en grupos. En lugar de ser
contenidos de la mente, entidades de las que la mente es consciente, su
comportamiento mutuo, o acción recíproca, constituye nuestro conocimiento y
elimina la necesidad de una mente o un yo distinto de ellas. Esta concepción se
encuentra en Hume, pero no se desarrolla de manera consistente. La tercera
concepción de las ideas nunca se formula claramente, pero a veces se sugiere.
Por ejemplo, encontramos a Locke escribiendo: “Porque, aunque una idea sea como
quiera, no puede ser otra que la que la mente percibe que es; y esa misma
percepción la distingue suficientemente de todas las demás ideas, que no pueden
ser otras, es decir, diferentes, sin ser percibidas como tales” (3). Esta es la
doctrina de que el ser de las ideas es su percipi (Empleado del Latín que
significa "ser percibido". Es el presente pasivo infinitivo del
verbo percipere, que significa "percibir"), la doctrina del
inmediatismo. Las ideas son exactamente y sólo lo que sentimos que son, lo que
es tanto como decir que no son entidades de las que somos conscientes o a las
que podemos prestar atención, porque cuando prestamos atención a una cosa vemos
más claramente lo que es. Un acto de comparación no es necesario para
distinguir una idea. Más aún, un acto de comparación es imposible, porque la
relación de diferencia no es algo que se pueda descubrir, es en sí misma un
poco de experiencia. Si la idea no se experimenta como diferente, no tiene
sentido preguntar si, después de todo, no puede ser realmente diferente. Esta
es una visión muy alejada del tratamiento habitual de Locke. Es un ejemplo como
el que sin duda el profesor Titchener ha utilizado en mente cuando dice, “es
sólo incidentalmente que abandonan el plano del significado por el de la
existencia” (4).
______________________
3. Ensayo, libro. II, cap. XXIX, pág.5.
4. op. Cit., pág. 25.
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El psicólogo moderno desarrolla esta tercera concepción de
la idea. Las sensaciones de las que se ocupa no son sensaciones de, sino
sensaciones. Y no son contenidos de los que somos conscientes, sino que son en
sí mismas percepciones cualitativamente coloreadas; o, para utilizar una
palabra que admite el participio presente, experiencias. "Ahora bien,
cuando, teniendo la sensación, digo que siento la sensación, sólo utilizo una
expresión tautológica: la sensación no es una cosa, el sentimiento otra; la
sensación es el sentimiento... La misma explicación se puede ver fácilmente que
se aplica a las Ideas... Tener una idea y [tener] el sentimiento de esa idea,
no son dos cosas; son una y la misma cosa" (5).
_______________________
5. James Mill, citado (con aprobación) por Titchener, op.
cit., p. 52, n.
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Lo que permite a los psicólogos modernos mantener esta
visión y ceñirse al plano de la existencia es que tratan la idea como proceso.
Mientras la idea sea contenido, hay que recurrir a un acto de aprehensión. Pero
la idea como proceso abarca y unifica el acto y el contenido como aspectos de
sí misma. Escuchemos una vez más al profesor Titchener. Está criticando a
Brentano. "Y aunque no puedo aceptar la distinción entre acto y contenido,
creo que la distinción reposa sobre una base verdaderamente psicológica, que la
lógica es la lógica de la psicología. Hay, en cierto sentido, una audición, un
sentimiento, un pensamiento, que son distinguibles del tono, el placer y el
pensamiento. Sólo que la distinción me viene, no como la de acto y contenido,
sino como la de un curso temporal y especificidad cualitativa de un proceso
único... La forma en que un proceso sigue su curso, es decir, su
"acto", es lo que lo constituye en sensación, sentimiento o
pensamiento; la cualidad que está así en curso, es decir, su "contenido",
es lo que constituye su tono o placer. Los aspectos duracionales y cualitativos
de la experiencia mental (uso el término "cualitativo" en el sentido
más amplio posible) son discriminables como aspectos, aunque en realidad son
inseparables; y la psicología del acto y el contenido hace un buen servicio
psicológico si la tomamos para insistir en que la discriminación es esencial
para un análisis completo. La psicología experimental, debo admitirlo
fácilmente, hasta ahora no ha cumplido con su deber en cuanto a la duración.
Sin embargo, tenemos en la idea de "proceso" un instrumento adecuado
a su tarea, y eso nos libera de la fatal necesidad de pedir ayuda a la lógica
(6)".
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6. Op. cit., págs. 6o-61
____________________
Se podría decir que la esencia del proceso consciente no es
sólo percipi, sino percipere (Del Latin que significa “ser
percibido". Es el presente pasivo infinitivo del verbo percipere, que
significa "percibir"). La distinción, entonces, entre nuestra
conciencia y aquello de lo que somos conscientes es una distinción para la que
la psicología no tiene cabida; quizá podríamos decir mejor, no tiene cabida el
"como tal". Traducidos al lenguaje existencial de la psicología, se
presentan como aspectos duracionales y cualitativos de la experiencia mental.
"Como tal", la distinción nos transporta de inmediato al plano del
significado. Por ejemplo, veo la página que tengo delante y soy consciente de
las palabras impresas. Pero como psicólogo experimental no debo hablar en esos
términos. Mi conciencia de la página, descrita en términos existenciales, es un
complejo de sensaciones de luminosidad, junto con las sensaciones de tensión
debidas a los músculos de los ojos y la cabeza, etc. Son estas
"sensaciones" las que constituyen mi conciencia de la página impresa.
Así pues, puedo pensar que la supuesta teoría de la degeneración propuesta por
los franceses es una difamación burda contra un pueblo noble; Pero así es como
se llama mi pensamiento, como la canción del Caballero Blanco, lo que en
realidad es una imagen cinestésica (o un complejo de sensaciones) de la palabra
"degeneración" y una imagen fugaz de carteles en las calles de París.
Pero la imagen fugaz de los carteles es, una vez más, es sólo el
"nombre" del proceso. La imagen es en realidad una imagen de memoria
de manchas blancas contra un fondo oscuro, etc., etc.
La pregunta que inevitablemente se nos ocurre, por supuesto,
es cómo todas estas "sensaciones" transitorias con sus
especificidades cualitativas pueden constituir mi conciencia de la página
impresa o mi pensamiento sobre los franceses. Esta es la pregunta que el
psicólogo suele ignorar, dejándola en manos del pobre epistemólogo (7). A veces
explica, como el Caballero Blanco podría haber hecho con Alicia, que es la
misma canción, la misma experiencia concreta que describen el epistemólogo y el
psicólogo. La distinción está sólo en el punto de vista y los términos
descriptivos aplicados, y mientras no se confundan los términos, no hay
dificultad. Sin embargo, con más frecuencia ofrece un tipo de explicación
completamente diferente, a saber, que el significado debe interpretarse en
términos de función; una visión que se considerará más adelante.
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7. "De hecho, los asociacionistas se ocupaban, en
principio, de significados lógicos; no de sensaciones, sino de sensaciones-de;
no de ideas, sino de ideas-de; sólo incidentalmente abandonan el plano del
significado para pasar al plano de la existencia. Los experimentalistas, por
otra parte, pretenden describir los contenidos de la conciencia no como
significan sino como son... No digo, por supuesto, que la psicología
experimental ignore el significado; en la medida en que el significado es una
fase o aspecto de los contenidos conscientes, se lo tiene en cuenta; pero se lo
tiene en cuenta Sub especie aeternitatis" (Traducido del Latín "bajo
el aspecto de la eternidad" es, desde Baruch Spinoza en
adelante, una expresión honorífica que denota lo que se considera universal y eternamente verdadero,
sin ninguna referencia o dependencia de las facetas temporales de la
realidad . La frase latina se puede traducir al español como
"desde la perspectiva de lo eterno". De manera más vaga, se
usa comúnmente para referirse a un punto de vista objetivo (o una
alternativa teóricamente posible). La perspectiva "eterna" de Spinoza
se refleja en su Ética (Parte V, Prop. XXIII, Escolio), donde
aplica el método de Euclides (con el uso de la geometría)
a la investigación filosófica, comenzando con Dios y la
naturaleza, antes de pasar a las emociones y el intelecto humanos para
llegar a una comprensión de la filosofía moral. Al proceder sub
specie aeternitatis, Spinoza buscó llegar a una teoría ética que fuera tan
precisa como los Elementos de Euclides). Titchener, op. cit.,
págs. 25-26.
_____________________
En lugar de plantear la cuestión del significado o de la
referencia, preguntemos cómo se descubren y analizan los procesos mismos.
¿Cómo, en particular, se descubre la sensación elemental? La pregunta es
urgente debido a la afirmación del psicólogo de que la sensación no es un
elemento conativo. Tener una sensación y ser consciente de la sensación son la
misma cosa. "La forma en que un proceso sigue su curso, ése es su acto. La
cualidad que está en ese proceso... ése es su 'contenido'". Pero si tener
la sensación es ser consciente de ella, parecería que no necesita
descubrimiento, y que la introspección se lleva a cabo en cada momento de
nuestra vida consciente. Pero, después de todo, tal vez no sea del todo exacto
decir que tener una sensación y ser consciente de la sensación son la misma
cosa. La cualidad en el proceso es el contenido. Digamos entonces que tener una
sensación, por ejemplo 'frío', es sentir o ser consciente del frío. No hay
ninguna dificultad en ser consciente del frío y en prestarle atención. Pero ¿Es
el frío que sentimos en sí mismo el proceso consciente? No, eso tampoco es del
todo cierto. Se trata sólo de un aspecto del proceso consciente, el lado del
contenido. También está el «acto» (de la conciencia), que es «la forma en que
el proceso sigue su curso». Ahora bien, no tengo intención de entrar en
discusiones, pero esto sin duda no está nada claro. ¿Se refiere esto a los
cambios constantes en la cualidad, y son estos cambios en el «frío» lo que se
entiende por el «paso» de la cualidad? Por supuesto, podemos observar estos
cambios, pero entonces caerían del lado del contenido. Pero, después de todo,
esto es insistir en el tema. Si podemos prestar atención, y prestamos atención,
en la introspección, a los procesos conscientes, y no a las «cosas» y sus cualidades
y relaciones, entonces estos procesos son contenidos y no procesos cuyo esse es
percipi y percipere; no procesos que exhiben «acto» y «contenido» como aspectos
de sí mismos. Y el psicólogo sostiene que la introspección es una observación
de procesos y no de cosas. "Es natural y habitual pensar no en los
procesos mentales, sino en las cosas y los acontecimientos que nos rodean,
mientras que, según creo, es absolutamente necesario deshacerse de las cosas y
pensar sólo en los procesos mentales, si queremos tener una ciencia de la
psicología (8)". De manera similar, se sostiene generalmente (James es una
notable excepción) que en el análisis psicológico lo que analizamos no son las
"cosas" a las que puede referirse el complejo psíquico, sino el
complejo en sí. Pero si esto es así, entonces se acepta francamente el complejo
psíquico como contenido, y se abandona tácitamente la concepción de éste como
"proceso", que, como se recordará, debía liberar a la psicología
"de la fatal necesidad de pedir ayuda a la lógica".
________________________
8. Titchener, op. cit., pág. 146.
________________________
¿Se objeta que esto no es justo, que los psicólogos aceptan
abiertamente la idea como contenido desde el principio y que precisamente por
esa razón está abierta a la observación introspectiva, pero que también es al
mismo tiempo un acto en virtud de su carácter de proceso y por esa razón es
completamente diferente de las entidades sustanciales del empirista? Si se hace
esta objeción, la respuesta es que si la idea es contenido y observable sólo
mediante un tipo especial de observación llamada introspección, no es en
absoluto mejor que el híbrido atomista de existencia y significado del viejo
empirista y conduce inevitablemente al mismo atolladero epistemológico. O si,
como puede decirse, la introspección no es un tipo especial de observación
diferente en su naturaleza de la observación de las cosas del sentido común y
de las ciencias naturales, sino que se distingue sólo por su objeto peculiar,
es decir, los procesos conscientes, entonces el caso es igualmente malo y
estamos condenados al mismo dualismo desesperanzado de pensamientos y cosas.
Por otra parte, si la idea es acto, no está abierta a la observación, a menos
que invoquemos un yo fuera de la corriente de procesos conscientes. Pero ¿no
puede un proceso, que es en sí mismo "acto" y "contenido",
ser en su totalidad el "contenido" de otro proceso, observable por el
lado "acto" del proceso posterior? En respuesta, diría que la
identidad del primer proceso con el "contenido" del segundo no es una
identidad de existencia sino de significado. Si intento recordar mi experiencia
de hace un momento, recuerdo el qué de la experiencia, su "contenido"
y no su "acto". Un pasaje de William James es relevante aquí.
"El destino del pensamiento es que, en general, nuestras primeras ideas
sean reemplazadas por otras posteriores, que den explicaciones más completas de
las mismas realidades. Pero, no obstante, las ideas anteriores y posteriores
conservan sus propias entidades sustantivas como otros tantos estados sucesivos
de la mente. Creer lo contrario haría imposible cualquier ciencia definida de
la psicología. La única identidad que puede encontrarse entre nuestras ideas
sucesivas es su similitud de función cognitiva o representativa, ya que tratan
de los mismos objetivos. No hay identidad de existencia (9)".
________________________
9. Principios de psicología, vol. I, págs. 174-175.
________________________
Si nos detenemos ahora y nos preguntamos hasta qué punto la
psicología moderna, con su concepción de las ideas como procesos conscientes,
ha trascendido, después de todo, la concepción empirista de ellas como
entidades sustantivas, la respuesta debe ser que el avance es más aparente que
real. No ha logrado llevar a cabo de manera consistente su programa de tratar
la vida consciente en términos puramente existenciales y completamente libre de
enredos epistemológicos. En particular, hemos descubierto que ha abandonado
tácitamente la concepción salvadora del proceso o acontecimiento puramente
existencial, cuyo esse es percipi y percipere, y ha recurrido a la concepción,
heredada de los empiristas ingleses, de la idea como contenido, como aquello de
lo que somos conscientes, abandonando así el plano de la existencia para pasar
al del significado.
Que este resultado era de esperar se hace patente si se
examina la concepción de proceso que emplean los psicólogos modernos. Tal como
se utiliza, se supone que la concepción de la idea como proceso nos libera de
la necesidad de concebir la idea como cosa. Ahora bien, «proceso», en la
aplicación ordinaria del término, denota un cambio continuo o una serie de
cambios que tienen lugar en algo o en las cosas, o en sus relaciones. Sin
embargo, tal como se aplica en psicología, el cambio se hipostasia y el proceso
se concibe como un mero acontecimiento o suceso. Es cierto que se trata de un
paso radical y que podríamos mirar con justa sospecha. ¿Qué hay en la
naturaleza de la idea que justifique tal procedimiento? La única
característica, hasta donde yo sé, que señalan los psicólogos es la
variabilidad de los contenidos mentales. «El psicólogo experimental se ocupa de
existencias, no de significados; y sus elementos son procesos cuyo curso
temporal es de su propia naturaleza, y no sustancias sólidas y resistentes al
paso del tiempo» (10). «Las ideas en sí mismas no son objetos, como se supone
que lo son por confusión con sus objetos, sino que son acontecimientos,
Ereignisse, que crecen y decaen y durante su breve transcurso están en
constante cambio» (11). Pero esta característica del cambio, así señalada para
distinguir las ideas de las cosas, es, en todo caso, una prueba de que son
cosas como las del sentido común y de la ciencia. Porque sólo una metafísica
racionalista tiene necesidad de sustancias inmutables. Además, caracterizar la
idea como proceso porque está en constante cambio es una absoluta confusión. Un
proceso en sí mismo, aunque es cambio, no necesariamente sufre cambios.
_______________________
10. Titchener, op. cit., p. 34; cursiva mía.
11. Wundt, Phil. Studien, VI, p. 389. Citado por Titchener
con este comentario: "Ahora me atrevo a decir que usted ha oído o leído
docenas de declaraciones en este sentido". Op. cit., p. 27.
_______________________
El motivo para concebir la idea como proceso parece ser en
parte el de distinguirla de la idea como significado. «Los significados son
estables», dice el profesor Titchener, «mientras que la experiencia es continua
y una función del tiempo». Ahora bien, por supuesto, si se piensa en términos
de existencias psíquicas, hay que distinguirlas de los significados. Pienso en
la evolución, pero la evolución en la que pienso no es una existencia psíquica
inmediatamente presente en mi conciencia. Sin embargo, se afirma que mi
pensamiento sobre la evolución se describe psicológicamente como la experiencia
inmediata de ciertos procesos mentales. Ahora bien, si estos procesos no son en
sí mismos entidades de las que somos conscientes, sino procesos que encierran
en sí mismos conciencia y contenido, no están abiertos a la introspección como
existencias sujetas al crecimiento y la decadencia. Por otra parte, si están
abiertos a la introspección como algo distinto de las cosas y relaciones del
sentido común y de la ciencia, son entidades tan verdaderas como las ideas
atómicas de los empiristas, y conducen a todas las dificultades del
representacionalismo.
Nuestro próximo objetivo será el intento de demostrar que la
psicología también emplea la concepción alternativa de la idea que se encuentra
en el empirismo clásico y que se le atribuyó a Hume a modo de ilustración. Se
trata de la concepción de la idea como una entidad capaz de comportamiento,
como un ser de capacidades o potencialidades. El primer empleo notable de esta
concepción de la idea fue realizado por Berkeley en su teoría de las ideas
generales. Consistía en que la generalidad de una idea no es una cuestión de lo
que es, sino de lo que hace; no es una cuestión de estructura, sino de función.
En sí mismas, como existentes, las ideas generales, como todas las demás, son
particulares y concretas; su generalidad se debe al hecho de que tienen la capacidad
de evocar un gran número de ideas similares. Ahora bien, esta visión está muy
alejada de la doctrina de que el ser de las ideas es percipi. Si son capaces de
comportamiento, de realizar una función, debe haber mucho más en ellas que su
percipi superficial. Son, en efecto, cosas reales, cuyas propiedades sólo se
pueden descubrir mediante la observación de su comportamiento en condiciones
variables. De nuevo, nuestra percepción, pensamiento y conocimiento, en lugar
de consistir simplemente en la experiencia inmediata de ideas, es decir, en la
co-presencia de elementos en o para la conciencia, están constituidos por el
funcionamiento de estas entidades elementales.
Esta es una visión familiar, y aceptada implícitamente en
ocasiones por casi todos los escritores sobre el tema que he leído. Pero es
realmente una concepción imposible de aplicar de manera consistente, una vez
que se comprenden sus implicaciones. Supongamos que adoptamos esta concepción
de las ideas. Deben ser entonces entidades sustanciales reales, bastante
comparables a las cosas físicas, pero contrastadas con ellas como psíquicas.
¿Cómo se las puede descubrir? Si están abiertas a la observación, entonces debe
ser mediante algún tipo de "sentido interno". Pero tal vez no estén
abiertas a la observación directa, sino que simplemente se supone que existen.
Pero ¿sobre qué posibles bases? Es cierto que a menudo suponemos que existen
entidades que no están abiertas a la observación directa, pero siempre se las
concibe de la manera en que estamos familiarizados. Así, el prototipo del átomo
es una bola de billar idealizada; y si los físicos y los químicos se han visto
obligados a atribuir al átomo propiedades completamente ajenas a cualquier bola
de billar conocida, después de todo, se las concibe como análogas a las
propiedades de otros objetos conocidos. Pero ¿dónde buscaremos un prototipo
para nuestro hipotético elemento mental? ¿Qué propiedades le atribuiremos para
que nos resulte inteligible su modo de constituir nuestras percepciones,
recuerdos y pensamientos del mundo? No, la psicología moderna está plenamente
justificada en rechazar cualquier empresa de ese tipo. Y, sin embargo, esta
concepción, aunque abiertamente repudiada, sigue ensombreciendo el consejo.
Tal vez sea una exageración decir que se la repudia
abiertamente. Al menos es cierto que, en las discusiones sobre el significado,
todo un grupo de escritores hace uso de esta concepción abiertamente. Me
refiero a la afirmación de que el significado no puede tratarse en términos de
estructura, sino que debe interpretarse en términos de función. Esta puede
llamarse, de hecho, la visión ortodoxa, desde que Bradley la expuso con tanta
fuerza. El profesor Stout, por ejemplo, escribe desde este punto de vista en su
tratamiento de la distinción entre la experiencia noética y la anoética y la
relación de una con la otra. "Las representaciones", dice, "se
convierten en percepciones, ideas y concepciones, sólo en la medida en que
cumplen la función de hacer que el pensamiento sea discriminativo" (12).
William James define la concepción como "la función mediante la cual
identificamos así un tema de discurso numéricamente distinto y
permanente". Y añade: "No denota propiamente ni el estado mental ni
lo que el estado mental significa, sino la relación entre ambos, es decir, la
función del estado mental al significar precisamente esa cosa particular. Es
evidente que un mismo estado mental puede ser el vehículo de muchas
concepciones, puede significar una cosa particular y mucho más" (13). Y
finalmente el propio profesor Titchener, escribiendo como exponente del
experimentalismo, dice: "Es, por ejemplo, axiomático para el
experimentalista que una sensación no puede funcionar sola; al menos dos
sensaciones deben unirse para que haya un significado; el elemento único no
puede hacer nada más que continuar; en lo que respecta a la cognición o la
función, sentire semper idem, et non sentire, ad -idem recidun" (14).
______________________
12. Psicología analítica, vol. I, pág. 47.
13. Principios de Psicología., vol. I, pág. 461.
14. Op. cit., Notas de la conferencia I, pág. 215.
_______________________
Pero el problema del sentido es un problema muy especial y,
como ya hemos visto, se supone que nos transporta inmediatamente del dominio de
la psicología al de la lógica. Se puede afirmar que el psicólogo sólo se ve
arrastrado a esta manera de pensar y necesita elementos capaces de funcionar
cuando se deja enredar en consideraciones lógicas.
En primer lugar, mi desacuerdo se centra precisamente en
esta actitud: en la suposición de que el psicólogo puede vivir para sí mismo de
esta manera, dejando al resto del mundo los problemas insolubles creados por
sus propias presuposiciones. El problema del significado es un problema real; y
si tratamos las presuposiciones del psicólogo con cierta seriedad, es un
problema perfectamente insoluble, seamos psicólogos, lógicos o meros
investigadores.
En segundo lugar, si el psicólogo no está justificado en su
intento de describir los fenómenos de la vida mental sin tener en cuenta el
significado -si la existencia y el significado no se pueden cortar con la
espada de Salomón- entonces deberíamos esperar encontrar al psicólogo en
dificultades teóricas dentro de su propio campo. Ya he tratado de señalar
algunas de estas dificultades, y será fácil descubrir, creo, que la concepción
de los procesos mentales como entidades capaces de interacción no se limita a
las doctrinas que surgen de una confusión entre lógica y psicología, sino que
impregna toda la teorización psicológica.
La distinción entre psicología estructural y funcional
depende, para su importancia, de la suposición implícita de esta concepción. La
distinción, por supuesto, se toma prestada de la ciencia biológica y se lleva a
cabo por analogía con las estructuras y funciones del organismo biológico.
Percibir, juzgar, querer, sentir: éstas son funciones; mientras que los
complejos psíquicos involucrados en estos actos son las estructuras,
comparables a los órganos del cuerpo. Pero las estructuras del cuerpo se estudian
porque nos permiten comprender cómo se realizan las funciones; y las unidades
de organización estructural se determinan con referencia a diferenciaciones
funcionales. Ahora bien, si hay alguna pertinencia en tratar los complejos
psíquicos como estructuras, es sólo porque se supone que pueden explicar de
alguna manera cómo se produce el funcionamiento. Y si el elemento mismo, como
afirma el profesor Titchener, no es, como los constituyentes moleculares de la
célula, un elemento funcional sino estructural, puesto que sólo los complejos
son funcionales, aun así se puede suponer que constituye un elemento en estos
complejos sólo si se lo concibe, como los constituyentes moleculares de la
célula, como capaz de reaccionar sobre otros elementos.
Por supuesto, todo esto es una mera analogía, pero el
psicólogo trata la analogía muy en serio, y es difícil evitar la conclusión de
que lo que quiere decir es que los seres psíquicos realmente cumplen funciones.
Si los psicólogos dejaran de lado las metáforas y las analogías y dijeran
exactamente lo que quieren decir, creo que se produciría una maravillosa
limpieza del ambiente. Si uno lee unos cuantos capítulos de casi cualquier
psicólogo, desde Wundt hasta Boris Sidis, con los ojos abiertos a las metáforas
y las analogías, el resultado es asombroso. Y las metáforas no son meramente
literarias, sino que con demasiada frecuencia forman la médula y el tejido
mismo del argumento, especialmente en los puntos críticos. Creo que es el
resultado inevitable, o el síntoma superficial, de una confusión teórica
profundamente arraigada: confusión en la concepción de la naturaleza del objeto
de estudio de la psicología misma.
Probablemente no haya doctrina más característica de la
psicología actual que la doctrina de que la sensación es una abstracción, una
construcción hipotética, que el psicólogo asume para explicar las complejas
estructuras de la vida consciente. No está del todo claro cuánto y qué se
pretende transmitir con esto. Si es una abstracción, se supondría que no está
abierta a la observación directa, sino que su existencia y propiedades se
infieren de las características y los cambios que experimentan los complejos
que se supone que la contienen, de forma muy similar a como se infiere la
existencia y las propiedades del átomo químico. Pero esta suposición es
obviamente insostenible a menos que se adopte abiertamente la opinión objetable
que estamos discutiendo. Además, si preguntamos sobre qué bases se supone que
la sensación es un elemento, la respuesta es que se encuentra como resultado
del análisis introspectivo. Nunca se experimenta de forma aislada, siempre se
produce junto con otras sensaciones, sino que se aísla artificialmente mediante
un acto de atención. ¿Está entonces abierta a la introspección directa, después
de todo? Aparentemente no; En efecto, lo que obtenemos de este análisis no es
el artículo de Simon-Pure, sino, en palabras del profesor James Angell,
"representantes simbólicos de los componentes de la experiencia real...
pero no los prototipos mismos" (15). Pero ¿por qué suponer que estos
resfriados, rojos y presiones realmente observados son representantes
simbólicos de prototipos no observables? ¿Por qué deberíamos asumir que estos
prototipos son componentes de la experiencia real, a menos que esperemos
explicar mediante ellos las características y los cambios en nuestras propias
experiencias reales?
Pero queda una cuestión más profunda: ¿por qué suponer que
nuestras experiencias reales (las imágenes y los sonidos de la vida cotidiana)
son complejos psíquicos? Es cierto que los cuadros de la pared son complicadas
combinaciones de manchas de color, y las voces y los sonidos de la calle son
combinaciones de muchos tonos y ruidos; pero, a menos que estemos dispuestos a
decir con Wundt que "la idea de un cuerpo externo, por ejemplo, está
formada por ideas parciales de sus partes" (16), es muy distinto decir que
nuestra conciencia de estos fenómenos de un momento a otro es también un
complejo. Si existen complejos psíquicos, deben estar compuestos de elementos,
y estos elementos deben ser cosas capaces de formar complejos, es decir, seres
concebidos por analogía con entidades físicas. Si la psicología no está
dispuesta a adoptar esta concepción, debe renunciar a la pretensión de ser una
ciencia natural "que se ocupa del mero curso de los acontecimientos
psíquicos como tales... y de las leyes de coexistencia y secuencia entre estos
acontecimientos". (Bradley.) Debe dejar de considerarse a sí misma como si
tratara con lo existencial haciendo abstracción de todo significado; debe
abandonar las categorías "elemento" y "complejo", y encontrar
otras fórmulas para expresar los hechos empíricos que ella misma ha
descubierto.
GRACE A. DE LAGUNA. BRYN MAWR COLLEGE
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15. Las relaciones de la psicología estructural y funcional
con la lógica. The Decennial Publications of the Univ. of Chicago, 1.ª serie,
III, pág. 4.
16. Outlines of Psychology, trad. de C. H. Judd, pág. 29.
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a. Portada "EL ELEMENTO PSICOLÓGICO // THE PSYCHOLOGICAL ELEMENT" (1915)
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Titulo: "EL ELEMENTO PSICOLÓGICO // THE PSYCHOLOGICAL ELEMENT"
Autor: Grace A. De Laguna
Fuente: The Philosophical Review , Jul., 1915, Vol. 24, No. 4 (Jul., 1915), pp. 371-38
Año: 1915
Idioma: Inglés
OBRA ORIGINAL
Tips: En la sección “Buscar en el grupo” coloca el título del libro, autor o año y descargalo de manera gratuita, en el grupo se encuentra solo en inglés, ¡OJO! en esta publicación lo puedes disfrutar en español (Ya que es una traducción del original). Queremos agradecer a todos los lectores por el apoyo pero en especial a la Mtra. Amy R. Epstein quién es Profesora de la University of North Texas agradecemos en demasía puesto que fue ella quien nos compartió el acceso a este valioso artículo. Atentamente todos los que hacemos posible Watson el Psicólogo (@JBWatsonvive) (Herrera, A. & Borges, A.)
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