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“COMPORTAMIENTO CONSCIENTE Y LO ANORMAL” (1918) POR JACOB ROBERT KANTOR

THE JOURNAL OF ABNORMAL PSYCHOLOGY / LA

REVISTA DE PSICOLOGÍA ANORMAL” VOLUME. 13 ISSUE. 3 (AGOSTO DE 1918)

CONSCIOUS BEHAVIOR AND THE ABNORMAL / COMPORTAMIENTO CONSCIENTE Y LO ANORMAL

CHICAGO UNIVERSITY / UNIVERSIDAD DE CHICAGO

POR J. R. KANTOR

La psicología como ciencia concreta ha obtenido mucha información valiosa de campos relacionados y, en particular, ha obtenido un gran valor de su relación con la psiquiatría, cuya disciplina puede considerarse en cierto sentido como un dominio de aplicación psicológica. El psicólogo ha obtenido de la psiquiatría no solo la oportunidad de estudiar las variaciones de los fenómenos mentales, sino que debido a los insistentes problemas involucrados en esos fenómenos, lo ha llevado a apreciar la necesidad de probar los conceptos empleados para tratar los fenómenos mentales en general. Quizás sea innecesario recordar a los psicólogos las masas de información que han derivado de campos relacionados y aplicados, relacionados con procesos sensoriales, memoria, asociación, localización cortical sensorial y otros hechos igualmente importantes. Un recordatorio suficiente de las ventajas de la psicología derivadas de la observación de un comportamiento anormal se obtiene al referirse a algunas de las excelencias de los "Principios" de James, en el momento de su publicación, y al valor presente del concepto de personalidad en el estudio de los fenómenos de consciencia (1). En este sentido, también podemos referirnos al desarrollo del movimiento psicoanalítico en el campo de la psiquiatría, y su valor para enfatizar las fallas de las doctrinas de los "estados mentales" y del abstracto "conductismo" en psicología. El psicólogo sin prejuicios no puede dejar de dar el debido crédito al movimiento freudiano en psiquiatría por iluminar la psicología sobre la importancia de los factores sociales en el comportamiento humano.

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1.- Cf. Prince, “El Inconsciente” (1914)

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Podemos resumir las ventajas que la psicología deriva de la consideración de diversos tipos de actividad humana al señalar que, en consecuencia, la psicología tiende a una concepción más adecuada de su tema, la concepción, es decir, que tiene como sus propios datos comportamiento consciente, y no conciencia o comportamiento. Esta concepción del comportamiento consciente, que es un derivado inmediato de datos exactos, pone a la psicología en contacto directo con fenómenos realmente existentes y revelantes. Además, el desarrollo de esta idea colocará algunos de los espíritus inquietantes de la psicología, entre los que destacan los problemas de conciencia y su variante, el subconsciente y el problema mente-cuerpo. Y finalmente, debido a que en la psicología se está proporcionando así una base científica más concreta, ello será extremadamente útil para tratar esas conductas anormales que marcan las dificultades para el psiquiatra.

Un comportamiento consciente es un acto complejo de un ser consciente, y sirve siempre como un ajuste específico a algún objeto o condición. Estos objetos pueden ser cosas físicas, otros seres conscientes o personas, objetos sociales, como costumbres y opiniones, o algún objeto sensorialmente intangible, como un ideal social o individual. Las condiciones mencionadas también son físicas, sociales o ideales, e indican la complejidad del ajuste humano. Cuando la psicología estudia los complejos ajustes de los seres humanos, no necesita negar ni descuidar ningún hecho de comportamiento consciente, y puede tener en cuenta su desarrollo hacia tipos de actividades superiores. Las acciones humanas no necesitan reducirse a los simples movimientos de los animales inferiores, ya que esta actitud prevé la existencia de comportamientos morales, sociales, estéticos y de otro tipo. Estas acciones no se reducen a respuestas que pueden correlacionarse con estímulos extremadamente simples como causas. El hecho de no considerar el comportamiento humano como acciones complejas con fines específicos no ha resultado en un mayor conocimiento sobre ellos. Y cuando los comportamientos variaban tanto del estándar como para que el psiquiatra los notificara, no podía tratarlos, ya que no eran lesiones cerebrales ni trastornos mentales exclusivamente simples.

La descripción dinámica del comportamiento consciente puede amplificarse aún más por la enumeración de varias características peculiares, que sirven para distinguirlo definitivamente de otros tipos de acción. En primer lugar, existe la variabilidad de la respuesta, lo que significa persistencia en provocar un cambio específico en la relación entre el individuo y las condiciones circundantes. Parece que hay un propósito en la conducta. Otra característica del comportamiento es que es modificable; el organismo se adapta a las condiciones con referencia a acciones pasadas, cuyas acciones pasadas y su relación con las situaciones actuales pueden ser desconocidas para el organismo. La modificación del comportamiento en su forma desarrollada en la especie humana permite al individuo actuar sobre la base de la información. En este último caso, se implica un uso discriminatorio de la memoria, que es la base de todo comportamiento inteligente. Y, finalmente, están las características de inhibición y retraso que contribuyen a un desarrollo de acción aún mayor. Aquí tenemos los comienzos de comportamientos voluntarios y de otro tipo que requieren funciones altamente elaboradas de resolución de problemas. Estas características se refieren principalmente a las características mentales más específicas del comportamiento consciente, y en ningún sentido son funciones exclusivas de los procesos cerebrales.

La descripción analítica del comportamiento consciente revela una serie compleja de funciones componentes, cada una de las cuales contribuye al efecto total de la acción adaptativa. La serie de funciones incluye factores mentales, conductistas y ambientales, todos los cuales están orgánicamente relacionados y forman una función unitaria de respuesta. Estos factores están invariablemente todos presentes, pero no en el mismo grado. En un caso, puede haber un predominio de uno o más factores, que pueden ser recesivos en otro comportamiento. Cada comportamiento consciente tiene como factores en su componente mental tres grupos de subfactores. Estas pueden denominarse funciones cognitivas, afectivas y conativas. La función cognitiva en su forma más simple puede describirse como una vaga apreciación de la presencia de un objeto excitante. En formas más desarrolladas, la función cognitiva está representada por significados que son los núcleos prominentes de todas las respuestas discriminatorias. Estos significados son factores importantes en voliciones, percepciones, instintos, emociones, recuerdos y pensamientos. Las funciones cognitivas determinan en mayor medida que cualquier otro factor el tipo de respuesta que provocará el objeto de estímulo.

Las funciones conativas pueden caracterizarse como las fases excitadoras del comportamiento consciente; son los elementos que contribuyen a la espontaneidad original del individuo, la sensibilidad del individuo a las influencias externas. Se debe insistir en la diferencia en un organismo entre la espontaneidad atribuible a la mera función viva y la espontaneidad adicional que ocasiona la función conativa. El proceso conativo siempre implica una reacción discriminativa. El punto es que la respuesta conativa está mucho más alejada de la explicación sobre la base fisicoquímica que los meros procesos fisiológicos. Las funciones conativas en sus formas integradas constituyen el tipo de comportamiento impulsivo, que contrasta con el tipo reflexivo. De manera general, podríamos decir que el factor conativo inicia una respuesta, mientras que la función cognitiva determina cuál será la respuesta con referencia al objeto de estímulo particular y su entorno. En cierto modo, la función conativa es más primitiva que la función cognitiva, ya que la primera es más prominente cuando la función cognitiva lo es menos. Las funciones afectivas determinan el grado de preparación y la capacidad de responder a los estímulos, y condicionan la continuación o la interrupción del acto de respuesta, una vez que se inicia. Las funciones afectivas presentes en una situación dada también son síntomas del éxito o falta de éxito de un comportamiento particular para producir un ajuste deseable.

Los factores conductistas específicos son las tres funciones predominantemente fisiológicas, la muscular, la glandular y la orgánica. Sin estos no puede haber comportamiento consciente. Estas funciones pueden considerarse más o menos correlacionadas con las funciones conscientes. Por ejemplo, las funciones glandulares son prominentes en los comportamientos que son predominantemente procesos afectivos, mientras que las acciones musculares son más prominentes en los comportamientos que estresan los procesos conativos. El tercer miembro de la serie de funciones de componentes comprende las condiciones ambientales, que limitan y controlan el comportamiento a fin de proporcionar una ocasión para el ajuste. La importancia de este miembro de la serie no puede ser sobreestimada, ya que ningún acto puede continuar in vacuo (al vacío), y lo que debe ser un acto, debe estar en gran parte condicionado por las circunstancias circundantes. Debemos considerar todos los comportamientos complejos como tendencias instintivas a la acción, que se modifican por la interacción con el entorno. La integración de comportamientos de respuesta simples en el individuo humano está muy estrictamente regulada por las condiciones ambientales naturales, sociales y culturales.

Cualquier comportamiento específico y consciente está representado por diferentes componentes de los tres factores que acabamos de analizar. El punto de vista implica aquí que ningún ajuste humano es inconsciente. (2) Esta actitud se apoya en el hecho de que cada comportamiento consciente es el acto de un individuo complejo y organizado. El comportamiento consciente del tipo instintivo y habitual tendrá un predominio de factores conductistas, y estará más condicionado por las circunstancias externas. Las acciones voluntarias y el pensamiento, son funciones que se basan en un plan que presenta los factores conscientes, y son más independientes de las condiciones inmediatas. Esta relativa independencia permite una mayor movilidad y eficiencia en los ajustes, y está adaptada para adaptarse al individuo no solo para satisfacer las necesidades de alguna situación específica, sino también para aumentar las posibilidades de la situación. Los comportamientos de pensamiento volitivo funcionan solo bajo condiciones ricas en posibilidades de respuestas variadas. Debemos señalar a este respecto que un comportamiento consciente es siempre un acto de ajuste: su independencia es extremadamente relativa a una situación que progresa constantemente en complejidad. Las funciones de pensamiento más elaboradas son integraciones de los resultados de ajustes de prueba y error a problemas ambientales complicados.

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2.- Eso es en el sentido de ser puramente fisiológico.

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El significado completo de las fórmulas que representan el comportamiento consciente no se puede apreciar a menos que consideremos que cada comportamiento es una acción de un ser consciente específico y, por lo tanto, el acto está condicionado por todo lo que el individuo es y puede hacer. Este hecho nos instruye sobre el carácter de los componentes del comportamiento. Aprendemos que los procesos de ajuste muscular y glandular son de cierto orden y fuerza, efectivos en ciertas situaciones y no en otras. Los factores de uso y desuso son importantes aquí. Del lado de los componentes mentales más definidos, las fórmulas de comportamiento darán cuenta de una gran cantidad de influencias que determinan acciones específicas. Aquí se incluyen varios productos de experiencia, funcionales bajo los nombres de ideales, sentimientos, intereses, creencias y convicciones. Estos elementos son modificaciones permanentes producidas en los individuos por la interacción con su entorno, tanto físico como social, y son variaciones complementarias a los cambios corporales específicos que componen partes integrales del comportamiento consciente. Debe insistirse en que estos complejos individuales y sociales, que en el pensamiento cotidiano han llegado a significar colectivamente personalidad o carácter, son parte de los actos; son componentes específicos de las respuestas a las condiciones humanas y ambientales. La consideración de todos los factores componentes en cualquier comportamiento consciente resulta en estudiarlo en todos los casos como un hecho empírico concreto, que bien puede formar el material para la interpretación científica. La consideración del ser que realiza el comportamiento saca a la luz de inmediato los elementos más permanentes de dicho comportamiento. Al estudiar al individuo actuante, damos cuenta de la serie total de capacidades y tendencias de acción, centradas realmente en el individuo, modificadas por acciones pasadas, y que en cualquier momento es responsable de la naturaleza específica de una acción presente. Es solo al considerar al individuo que hay información disponible sobre los motivos e intenciones, que son en parte las fuerzas impulsoras de todo comportamiento humano complejo. En la mayoría de las acciones complejas, debemos depender de la información obtenida de estas posibilidades de acción permanentemente existentes para el significado del comportamiento, y cualquier capacidad para la predicción del comportamiento depende completamente de dicha información. La mezquindad, la generosidad, la suficiencia y otras cualidades de cualquier acto son funciones muy específicas de los complejos sistemas de tendencias de acción, por un lado heredadas y por otro adquiridas, que se puede decir que constituyen el individuo.

El valor de la teoría del comportamiento consciente como se discutió, se indica mediante la aplicación de las fórmulas al interpretar las modificaciones serias del comportamiento humano. El comportamiento anormal puede explicarse por el grado de desorganización de los factores componentes de la acción. El punto es que lo que normalmente llamamos un comportamiento anormal puede considerarse como un acto, cuya fórmula difiere notablemente de la fórmula que representa el comportamiento normal o habitual de ese individuo. Este hecho está bien ilustrado por los paréticos, quienes debido a algún cambio en la organización psicofísica, realizarán actos que no están influenciados por sus sentimientos y convicciones habituales. Esto es especialmente notable en algunos casos en una indulgencia del apetito sexual en lo que, en circunstancias normales, es una manera completamente repugnante. En los casos de demencia precoz, encontramos individuos que, debido a alguna experiencia perturbadora, ahora muy frecuentemente posible en nuestras condiciones civiles, están tan desorganizados que pierden todos los actos que requieren la guía de ciertos intereses y hábitos de acción adquiridos. Los llamados delincuentes morales realizan acciones que parecen estar controladas casi por completo por tendencias instintivas de acción. Parece haber una falta de sentimiento en el individuo, tal como surge normalmente del contacto con otras personas, y una falta de comprensión de las consecuencias de los actos pasados. Las desorganizaciones encontradas en el comportamiento anormal involucran funciones unitarias o series de funciones componentes, e indican fallas correspondientes de adaptación a las condiciones circundantes. Como, las historias de víctimas de choque de guerra están disponibles para su estudio, encontramos todas las formas posibles de desorganización de los componentes de acción. De manera práctica, podemos localizar las fuentes de desorganización en los componentes mental o conductista del comportamiento consciente, aunque debe recordarse que estas distinciones son puramente lógicas o verbales. Siguiendo esta misma consideración práctica, podemos considerar algunas perturbaciones del comportamiento que implican una desorganización de los componentes mental y conductista juntos del factor ambiental. Esta es la condición en la mayoría de los casos genuinos de paranoia. Este tipo de casos muestran reacciones psicofísicas que, consideradas por sí mismas, serían normales, pero que están completamente fuera de armonía con su entorno real, por lo tanto, son anormales.

Un punto de vista orgánico y completo sobre las funciones mentales, como se describe aquí, arrojará una luz considerable sobre algunos problemas molestos de la psicología. Los conceptos de conciencia y subconsciente tendrán un significado más preciso y científico, y el problema tradicional de la mente y el cuerpo ya no será un obstáculo en el camino de la psicología hacia la estabilidad científica.

El punto de vista orgánico del comportamiento consciente considera la conciencia, no como una entidad independiente o material paralelo a la materia física, sino como un factor definido y verificable del comportamiento humano, que ocasiona cualidades definidas de acción que no se encuentran en otros tipos de comportamiento. El lugar de la conciencia en la actividad humana es un hecho positivo de observación, al que la psicología debe dar una determinación adecuada, así como los hechos de energía se evalúan en física y las funciones vivas en biología. El punto de vista orgánico insiste en la descripción de la acción humana tal como ocurre, en términos de sus funciones componentes y su relación con otros hechos observables y relacionados.

El concepto del subconsciente se vuelve completamente renovado y aclarado. Como no existe una entidad como la conciencia, naturalmente no puede existir una entidad como el subconsciente. La experiencia científica indica que solo hay actividades subconscientes, comportamientos en los que los componentes de conciencia complejos son solo ligeramente evidentes. El comportamiento subconsciente es principalmente conductista y ambiental, y carece por completo de conciencia de sí mismo. Según este punto de vista, los comportamientos subconscientes son meramente aquellas acciones que varían de otros comportamientos, debido a una marcada inclinación hacia los sistemas de acción habituales u otros sistemas preestablecidos, que están controlados por las condiciones circundantes. Este hecho elimina la mayor parte del misterio asociado a este tipo de comportamiento, ya que es evidente que estos actos más o menos automatizados constituyen, con mucho, la mayor parte de los fenómenos conscientes y representan fases importantes de la memoria, el pensamiento y la acción voluntaria.

El avance de la psicología como ciencia definitiva no deja espacio para un problema mente-cuerpo, ya que las mentes y los cuerpos no son fenómenos observables para el científico. El psicólogo que describe cualquier observación de fenómenos conscientes reales no puede describir nada más que un comportamiento consciente, que es la acción de un ser consciente. Las discusiones actuales sobre paralelismo e interacción son completamente ajenas a la observación y descripción científica. El problema mente-cuerpo es una herencia desagradable de la época en que la psicología todavía era una rama de la metafísica, y no solo ha sido un detrimento de la psicología propiamente dicha, pero ha contribuido en gran medida a la insuficiencia de la psicología como ayuda en la solución de los problemas prácticos de la psiquiatría. El completo rechazo de la psicología de la disyunción mente-cuerpo eliminaría de la ciencia los puntos de vista extremos, mentalistas y por ende también los conductistas, con su consiguiente confusión de hechos psicológicos.

La teoría de la separación en psicología puede ser considerada responsable de la actual condición insatisfactoria de la psiquiatría, en la medida en que esa disciplina dependa de la psicología como base. Una doctrina de separación se encuentra en la base de la controversia fisiológica psicógena, que es paralela al desarrollo retrasado del manejo exitoso de las fallas del ajuste humano. La controversia sobre la base psicógena y fisiológica de las enfermedades mentales, que ha ocultado el trabajo del psiquiatra, puede atribuirse a una concepción defectuosa de la naturaleza de la organización y el comportamiento humanos. El mismo nombre enfermedad mental es un síntoma de la inexactitud del pensamiento que impregna los círculos psicológicos y psiquiátricos. Es extremadamente gratificante ver hasta qué punto el psiquiatra ha sido llevado a través de su interés forense a darse cuenta de que, después de todo, se trata de un comportamiento y no de defectos mentales. Los obstinados hechos de ajuste moral con falta de defecto intelectual también han ayudado a corregir la actitud del psiquiatra. Los hechos cuidadosamente observados de histeria y neurastenia siempre han apuntado a una interpretación de esas condiciones como comportamiento defectuoso y consciente. La plena apreciación de la actitud de comportamiento consciente dará a las funciones psíquicas y fisiológicas sus respectivos lugares respectivos en el ajuste total.

La aguda antítesis desarrollada recientemente por los psicopatólogos, que enfatizan los factores puramente mentales, por un lado, y los conductistas estrictos, que enfatizan los medios de respuesta automáticos y reflejos por el otro, marca un desarrollo del pensamiento que tiene como objetivo investigar los hechos profundos y mentirosos del comportamiento humano. Desde la elaboración de las ideas de Kraeplin, las llamadas enfermedades mentales deben considerarse defectos de las personalidades. Ahora parece bastante claro que si queremos tener una noción adecuada de las acciones de tales personalidades, no debemos perder de vista ninguno de los factores esenciales en esas acciones. Inevitablemente debemos dejar de aprovechar al máximo nuestras investigaciones cuando hacemos que la acción consista en un solo aspecto del todo. Hacer hincapié en el lado mental significa llegar a una extraña doctrina de estados mentales no vinculados, y su conciencia inconsciente y otras condiciones anómalas e inexperiencias, que caracterizan la literatura freudiana. A pesar del mérito del punto de vista freudiano, que ha arrojado mucha luz sobre los hechos de la experiencia, el movimiento como desarrollo psicológico está viciado por la incapacidad de incluir en su programa al individuo completo. Este fracaso ha resultado en la crudeza del material sexual irreal y en la libido metafísica, que no han contribuido a la comprensión de los problemas psiquiátricos ni a su solución. La secesión Adleriana desde la posición de Freud indica al menos un síntoma dentro del movimiento freudiano, de la necesidad de una inclusión de los aspectos corporales de los individuos que están en estudio.

La insistencia en una base fisiológica exclusiva para las enfermedades mentales está tan lejos de comprender las condiciones de las personas y su acción, como la actitud ambientalista. Además, echa de menos los hechos sugestivos sobre el lugar de la experiencia pasada de tipo individualista y social, como influencia del comportamiento humano. La única razón por la que estas actitudes parciales pueden existir en absoluto, y no volverse evidentes en su insuficiencia, es porque en ciertas situaciones prácticas no importa si existe una base adecuada para el tratamiento o no. Esto no es del todo sorprendente, ya que incluso en el cálculo uno puede llegar a un total correcto, siempre que se cometan al menos dos errores. Sin embargo, para su avance como ciencia, la psiquiatría tiene la obligación, debido a sus problemas más acuciantes, basarse en una psicología precisa. Esto queda bien ilustrado por el hecho de que la historia de la psiquiatría está muy ligada a las concepciones psicológicas cambiantes. Por lo tanto, en Alemania, Ziehen buscó hacer que su actitud Herbartiana se destaque prominentemente contra la psicología de la apercepción Wundtiana. Este procedimiento polémico no tuvo un efecto totalmente saludable sobre la concepción de Ziehen de la enfermedad mental. Kraeplin encontró el grupo de paranoia de Ziehen especialmente objetable, porque contenía condiciones crónicas y psicosis agudas completamente diferentes, a través de las influencias de ser trastornos del "intelecto" (3).

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3.- Adolf Meyer, en Church and Peterson, “Nervous and Mental Diseases / Enfermedades nerviosas y mentales”, 1909, p. 674.

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La influencia de la psicología Wundtiana en la psiquiatría de Kraeplin es marcada, aunque Kraeplin ha planteado seriamente el problema entre la psiquiatría clínica y psicológica. Kraeplin fue llevado a plantear esta cuestión al reconocer la insuficiencia de ciertos tipos de puntos de vista psicológicos. Las dificultades de su propia clasificación y descripción surgieron en gran parte de su incapacidad para darse cuenta de que, en lugar de abandonar la psicología, era necesario adoptar una actitud psicológica satisfactoria.

Debemos insistir en que no es solo la clasificación psiquiátrica la que exige una concepción psicológica adecuada como base, sino todas las fases de la psiquiatría. La falta de tal fundamento puede considerarse la fuente de las dificultades que requieren una concepción psicológica adecuada como fundamento, pero de hecho de todas las fases de la psiquiatría.

La falta de una base de este tipo puede considerarse la fuente de las dificultades experimentadas en los círculos fisiológicos con las teorías de localización de Wernicke. Las controversias que existieron entre las escuelas rivales de Nancy y Salpetriere en el grupo psíquico pueden rastrearse hasta la misma fuente, mientras que el éxito reciente del movimiento psicoanalítico puede considerarse un síntoma de la extrema insuficiencia de una psicología de los "estados mentales" o del "comportamiento" abstracto (4). Un estudio del estado actual de los principios y procedimientos psiquiátricos crea la presunción de que una psiquiatría útil sería aquella que considera el comportamiento humano como una acción compleja que involucra una serie de funciones componentes.

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4.- Comparar Watson, Journal of Philosophy, Psychology, etc., XIII, p. 589, Jelliffe, ibid, XIV, pág. 267.

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Podríamos señalar en conclusión el hecho de que, precisamente porque el estudio del comportamiento consciente es una cuestión de fenómenos concretos y existentes, puede traspasar los límites de lo teórico y lo práctico. Encontramos que la psicología, que puede considerarse como la ciencia más teórica o "pura", progresa sobre la base de datos derivados del campo anormal. Por otro lado, debido a que la psicología como ciencia más teórica no está impulsada por el impulso de un logro inmediato, puede traer a su dominio tal orden e interpretación de los hechos como para poder ayudar materialmente a la psiquiatría a enfrentar adecuadamente sus problemas de ajuste humano.

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Anexo 1.

a. Portada "CONSCIOUS BEHAVIOR AND THE ABNORMAL / COMPORTAMIENTO CONSCIENTE Y LO ANORMAL” (1918) Jacob Robert Kantor (J. R. Kantor, Kantor, J. R.), “THE JOURNAL OF ABNORMAL PSYCHOLOGY / LA REVISTA DE PSICOLOGÍA ANORMAL” VOLUME. 13 ISSUE. 3 (AGOSTO)



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Titulo: "CONSCIOUS BEHAVIOR AND THE ABNORMAL / COMPORTAMIENTO CONSCIENTE Y LO ANORMAL”

Autor: Jacob Robert Kantor (J. R. Kantor, Kantor, J. R.)

Fuente: “THE JOURNAL OF ABNORMAL PSYCHOLOGY / LA REVISTA DE PSICOLOGÍA ANORMAL” VOLUME. 13 ISSUE. 3 (AGOSTO DE 1918)

Año: 1918

Idioma: Inglés

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