INTELIGENCIA Y COMPORTAMIENTO
Han pasado aproximadamente cuatro años desde la aparición
del volumen titulado “Creative Intelligence / Inteligencia
Creativa”, en el que un grupo de escritores se comprometió a exponer ciertas
opiniones sobre la naturaleza y las implicaciones de la inteligencia. La
doctrina de la inteligencia incorporada en este libro ha sido sometida
recientemente a un análisis agudo y exigente por parte del profesor Arthur O. Lovejoy
(1). La calidad de la crítica es tan inusual en su perspicacia y temperamento
judicial que no puede pasarse por alto en silencio. Es fácilmente la crítica más
penetrante que ha venido de un campo hostil desde la aparición del libro.
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1.- Éste JOURNAL, Vol. XVII., pp. 589-596 and 622-632.
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Antes de intentar discutir los puntos planteados por el
profesor Lovejoy, deseo decir que no tengo autoridad para hablar en nombre de
ninguno de mis colegas. Además, no tengo ningún deseo de emprender una defensa
del libro en cuestión. En lo que respecta a la discusión del profesor Lovejoy
sobre mi propio ensayo en ese volumen, estoy dispuesto a admitir de antemano
que ha señalado una debilidad real o algo peor. Mi propósito actual es más bien
contribuir en algo, si puedo, a la claridad de los puntos en cuestión y, al
hacerlo, emular su ejemplo de cortar la línea y dejar que las fichas caigan
donde puedan.
El argumento fundamental de los artículos del profesor
Lovejoy, tal como los leo, puede resumirse brevemente como sigue: La doctrina con
tendencia pragmática de la inteligencia, con su énfasis en la cualidad de
"creatividad", es una afirmación de la eficacia de la conciencia en
el control de la conducta. Negativamente, la doctrina es un rechazo de la
"idea auto-embrutecedora" de que pensar es "una vasta
irrelevancia, que no tiene parte en la causa del comportamiento del hombre o en
la configuración de su fortuna, una misteriosa redundancia en un cosmos que
seguiría precisamente mismo curso sin él" (2). Esta afirmación de
eficacia, sin embargo, va acompañada de una segunda afirmación, para la cual el
crítico no puede encontrar justificación suficiente, a saber, la negación de la
interacción entre la mente y la materia. Según todas las apariencias, esta
negación significa que quien reflexiona bajo la tendencia pragmática, en su
celo iconoclasta, debe cortar necesariamente la misma rama en la que está
sentado. ¿Cómo puede la mente ser eficaz si se excluye la interacción? La
negación de la interacción, al parecer, no se basa en un estudio de los hechos,
sino que surge de un prejuicio contra la creencia en la existencia de
"entidades" o "estados" psíquicos que pueden interpolarse
en la cadena de causas y efectos. De ahí que se intente dar cuenta de la
conducta inteligente sin recurrir a tales entidades, una explicación, sin
embargo, que se basa en una confusión o, como dice suavemente el crítico, en un
"análisis incompleto". El punto de partida es la afirmación de que la
conducta consciente puede explicarse en términos de cuerpo y entorno, sin la
intervención de un tercer orden de hechos como eslabones distintos en la cadena
causal, es decir, la mente o el estado psíquico. La inteligencia es solo un
nombre que designa una forma peculiar de control por parte del medio ambiente.
En la actualidad, sin embargo, parece que el "control por el futuro"
no tiene por qué implicar ninguna referencia explícita al futuro; pero esta
admisión no parece llevar consigo la implicación de que la conducta consciente
ha sido despojada de su rasgo distintivo. “Es una descripción de la
'inteligencia' de la que todo lo que hace a la inteligencia 'inteligente' ha
sido expresamente excluido como no esencial” (3).
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2.- Ibid., p. 632.
3.- Ibid., p. 626.
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Como ya he insinuado, la crítica del profesor Lovejoy posee
más sustancia que solo plausibilidad. Sin embargo, antes de entrar en detalles,
le ruego que me dé permiso para reafirmar brevemente la posición en discusión,
con la esperanza de que una distribución diferente del énfasis ayude a aclarar
el significado de la doctrina y, por lo tanto, proporcione un punto de
orientación más útil. El rasgo central de la doctrina es el argumento de que la
"conciencia" es identificable con un cierto tipo único de control; en
otras palabras, que implica cierto tipo de estímulo peculiar. Como simple
ilustración de tal estímulo, tomemos la audición de un ruido. El ruido es,
hasta ahora, solo un ruido, que posee varias propiedades o cualidades que son
un tema apropiado para el físico. Pero además de estas cualidades hay un rasgo
o cualidad adicional, que comúnmente se deja fuera del cálculo, pero que es de
vital importancia en la conexión actual. El ruido hace que el individuo en
cuestión levante el oído, gire los ojos, tal vez se levante y se acerque a la
ventana para averiguar el significado del ruido. El ruido tiene una cualidad
indescriptible de "qué es eso", una "incompletitud
inherente", que forma parte del ruido tanto como lo es cualquiera de sus
otros rasgos. Las limitaciones de mi vocabulario no me permiten ir más allá de
frases aburridas, del tipo que acabo de usar, para indicar esta cualidad única.
Una redacción aún más indirecta de la materia es que el ruido es tal que pone
en marcha actividades dirigidas a conseguir un mejor estímulo. La escucha y la
mirada se dirigen hacia el fin de completar el presente incompleto. Hasta
ahora, presento la declaración, por torpe que sea, es solo una declaración de
hecho. Es precisamente este rasgo esquivo el que el profesor Mead (4), si lo
interpreto correctamente, ha identificado con el psíquico y que proporciona la
clave del tipo peculiar de comportamiento que se etiqueta en la doctrina de
tendencia pragmática como conciencia.
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4 " 'The Definition of the Psychical" Decennial
Publications of the University of Chicago, Vol. III., Part II.
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Las ilustraciones de este elemento "psíquico" se
toman naturalmente con preferencia de situaciones de duda e incertidumbre, en
las que el carácter "inacabado" del estímulo, el "borrón"
que la atención busca eliminar, es lo suficientemente prominente para ser
reconocido y abstraído sin dificultad. Es cierto que en el nivel de las
experiencias en las que los ajustes son relativamente libres de obstáculos,
esta peculiaridad del estímulo es mucho menos evidente. Sin embargo, por hipótesis,
el estímulo consciente está condicionado en todo momento a un conflicto de
reacciones que requieren un ajuste continuo, de modo que el tipo de
procedimiento sigue siendo el mismo. Si aceptamos el dictamen de la psicología
de que la atención es coextensiva con la conciencia, se justifica la opinión de
que la conciencia tiene que ver precisamente con esta curiosa
"incompletitud", en virtud de la cual el presente estímulo prevé su
propio sucesor. Y si tenemos en cuenta que la incompletitud es intrínseca al
estímulo, o inherente a él, parece que nos hemos topado con un rasgo que
constituye una auténtica diferenciación de lo psíquico y que permite trazar una
clara línea divisoria entre lo consciente y lo mecánico del comportamiento. En
la medida en que un estímulo es de este tipo, la conducta se vuelve
"prospectiva"; se convierte en un comportamiento que está
"controlado por el futuro". El estímulo que se busca es uno que
ajustará las reacciones en conflicto; pero el proceso de asegurar este estímulo
es siempre, hasta cierto punto, una cuestión de descubrimiento, de prueba y
error, el llenado empírico de un marco o esquema antecedente.
Desde este punto de vista, está claro que el estatus del
"psíquico" en el esquema de las cosas es diferente del que se le
asigna en la doctrina tradicional. Lo psíquico se convierte en un aspecto
distinguible, pero no en un eslabón separado, en la cadena de causalidad. Lo
que encontramos aquí es, según todas las apariencias, un desarrollo
concomitante y simultáneo de estímulo y respuesta, lo que exige una categoría
diferente de la de causa y efecto ordinarios basada en secuencias temporales.
La relación de estímulo y respuesta es bastante análoga a la relación de
gravitación entre cuerpos físicos, o a la relación de los dos polos en un campo
magnético. Por esta razón, la posición en discusión se propone combinar la
afirmación de que la inteligencia es eficaz para la conducta con la negación
del interaccionismo. La conducta es consciente o inteligente, no porque existan
vínculos psíquicos que se insertan en la serie de eventos, sino porque el
proceso en su conjunto presenta un rasgo diferenciador especificable.
El punto en cuestión aquí tal vez pueda recibir más
sustancia y esbozo en relación con los comentarios de Lovejoy sobre la acusación
de Dewey de que el representacionismo viola la "continuidad de la
naturaleza" y se basa, en último análisis, en el
"sobrenaturalismo". En opinión de Lovejoy, esta acusación es más
relevante para la propia posición de Dewey. El representacionismo es, en el
peor de los casos, un infractor menor, ya que "después de todo, el mero
representacionismo es una función que, aunque externa al sistema tratado por
las ciencias físicas, no perturba ese sistema, ni limita la aplicabilidad de
las leyes de esas ciencias". Esto es más de lo que puede decirse de la
doctrina de Dewey, de "el control de las 'cosas' mediante un proceso de
'inteligencia' único y no mecanicista; no, la creación de un nuevo contenido de
la realidad, la introducción en el orden físico de lo genuino novedades, por la
reflexión y la invención del hombre, esto no es una mera adición externa, sino
una interjección de un elemento extraño en el sistema de la naturaleza conocido
por la ciencia física ”(5).
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5.- Éste JOURNAL, Vol. XVII., p. 623.
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Esta respuesta, según me parece, pierde el sentido de la crítica
original, que se dirige hacia el estado de lo mental o psíquico. Si puedo
aventurarme a interpretar el significado del profesor Dewey, su insistencia en
la continuidad no pretende en lo más mínimo descartar la posibilidad de nuevas
agencias o formas de actividad. Al contrario, su objetivo es precisamente
otorgarles el debido reconocimiento y prever el advenimiento de la novedad,
donde-quiera que ocurra. La naturaleza es genuinamente creativa, no solo en el
momento en que surge la conciencia, sino a lo largo de la línea. El producto
del hidrógeno y el oxígeno es algo húmedo; el polluelo, cuando nace, exhibe una
multitud de atributos o cualidades que no se encontraban en el huevo. En todos
estos casos estamos ante hechos que no son reducibles a sus antecedentes. La
humedad que resulta de la combinación de oxígeno e hidrógeno es innegablemente
un rasgo novedoso, pero es continuo con la situación antecedente de la que
emerge, en el sentido de que ocurre como resultado de un proceso ordenado de
cambio que tiene lugar en esta situación. En el caso del representacionismo,
sin embargo, si leo bien el significado del profesor Dewey, no queda lugar para
tal cambio. Los objetos en cuestión permanecen necesariamente completamente
indiferentes, a fin de proteger la integridad del conocimiento, y el cambio se
encuentra en otra parte, es decir, en una "mente" o
"conciencia" hipotética. La acusación de "sobrenaturalismo"
no se refiere al advenimiento de la novedad como tal, sino a la creencia en una
novedad que es tan "externa al sistema tratado por las ciencias físicas"
que todos los caballos del rey y todos los hombres del rey no pueden volver a
juntar la membrana disjectca. Frente a tal discontinuidad, la petición de
continuidad del profesor Dewey es pertinente y merece una seria consideración.
Esta elaboración tal vez sirva para explicar, al menos en
parte, por qué el Instrumentalismo (Doctrina Filosofica a la que se adscribe
John Dewey) es tan reacio a introducir estados mentales o existencias psíquicas
en la explicación de la conducta consciente. Siendo su preocupación por este
carácter distintivo del estímulo y el tipo de comportamiento correspondiente,
no puede permitirse dar semblante a entidades o existencias cuyo propósito
principal, por lo que puedo entender, es simplemente traducir este carácter
distintivo en equivalentes mecánicos. La teoría tradicional siempre ha
comenzado con la suposición de que los objetos físicos se caracterizan
necesariamente por una rigidez extrema y bordes recortados, de modo que sus
mutaciones caen naturalmente dentro de límites estrechos. Esta restricción creó
inevitablemente la tentación de asumir que la conciencia debe ser reducible, de
manera materialista, a un modo de movimiento, o bien ser reconocida como un
tipo de entidad totalmente diferente, a la manera del dualismo. El resultado ha
sido la creación de un elaborado stock-intrade (Acciones de comercio) psicológico,
que también consta de productos acabados duros; de modo que, en lugar de
comprender mejor la cualidad distintiva de la conducta consciente, simplemente
fuimos herederos del triste problema de la relación entre la mente y el cuerpo.
El delito de ocultar la verdadera naturaleza de los hechos no fue mitigado,
sino simplemente pasado por alto, por la insistencia de que la psicología se
ocupa de los procesos mentales y no de las entidades estáticas, por lo que este
refinamiento no tenía relevancia para la cualidad peculiar y esencial del
proceso involucrado en la conducta consciente. Hasta que esta cualidad sea
reconocida y enfatizada, no tenemos una pista significativa; cuando se evalúa
adecuadamente, el énfasis cambia inevitablemente de los estados mentales en el
sentido tradicional a este tipo peculiar de control ejercido por los objetos.
Como sugiere acertadamente el profesor Lovejoy, la principal disputa de la
tendencia pragmatista debería ser con el "Naturalismo mecanicista".
Lo que quiero decir ahora es que no saldremos del plano del naturalismo
mecanicista en nuestro trato con los hechos de la experiencia a menos que demos
una nueva interpretación a la conducta consciente.
Sin embargo, como se insinuó anteriormente, la crítica del
profesor Lovejoy está, en parte, bien recibida. La ilustración de la navaja a
la que se refiere con cierta extensión es indudablemente incorrecta y engañosa.
De hecho, la afirmación de que la percepción de la navaja como afilada está
condicionada por el restablecimiento de una reacción antecedente a un corte es
presumiblemente correcta. Pero, como señala Lovejoy, la importancia de todo esto
es simplemente (a) Que la respuesta es, de hecho, Co-adaptativa y (b) Que la
respuesta actual es el efecto de una respuesta previa en una situación similar.
Para decirlo de otra manera, la respuesta es "anticipatoria" sólo en
un sentido metafórico, es decir, desde el punto de vista de un espectador, y
por lo tanto no proporciona un rasgo distintivo para su clasificación como
comportamiento consciente. Debe admitirse la justicia de esta crítica. Es posible
ir aún más lejos y argumentar que incluso si asumimos una anticipación de una
lesión, todavía no hemos llegado a una explicación de la conducta consciente.
Ya sea que la cualidad "aguda" se perciba directamente o esté
presente como algo que se indica, es decir, "presente como ausente",
todavía nos interesan los objetos, sensuales (De la sensación) o conceptuales
(Del Concepto), y no la conducta. Para citar otro pasaje del ensayo en el que
aparece la ilustración de la navaja: "Una cualidad como 'afilado' o
'caliente' no es mental ni está constituida por la conciencia, pero la función
de la cualidad para dar dirección a la conducta es la conciencia" (6 ).
Esta función de la cualidad es precisamente lo que la ilustración deja fuera de
consideración (7). La reacción a figuras "agudas" en la conducta
consciente, no simplemente porque sea una reacción presente a una futura lesión,
sino porque esta reacción, a través de en conflicto con otras reacciones, da al
estímulo el carácter de "inacabado" o "incompleto" comentado
anteriormente y así induce la búsqueda de un mejor estímulo. Es ésta búsqueda
la que es "prospectiva" o "controlada por el futuro"; Y,
por lo que puedo ver, posee este rasgo independientemente de cualquier
referencia explícita al futuro. La ilustración en cuestión no distingue entre
"anticipación" que es de carácter metafórico o conceptual y
"anticipación" como descriptivo del estímulo "inacabado", y
hasta ahora justifica las restricciones que el profesor Lovejoy le transmite.
Si mantenemos la vista en este carácter único del estímulo,
tal vez obtengamos una indicación de la dirección en la que debemos ir para
obtener una respuesta a la pregunta del profesor Lovejoy sobre las condiciones
que determinan el desarrollo de una situación consciente. "¿En virtud de
qué propiedad o relación se atiende, se toma en cuenta, quizás se incorpora en
el plan organizado un posible fragmento de contenido, mientras que otros
fragmentos se ignoran o eventualmente se excluyen?" (8). Supongo que no
requiere ningún argumento para demostrar que el estímulo del momento dado varía
necesariamente con la condición-situación, ya que no hay dos instancias de
reacción exactamente iguales. De ello se deduce, por tanto, que el estímulo
"mejor" que se exige para armonizar las reacciones en conflicto también
variará. En la ilustración de la navaja, por ejemplo, si la reacción a
"agudo" debe armonizarse con una reacción contradictoria de alcanzar
y agarrar, la solución está en levantarla para no cortarse los dedos; si las
reacciones contradictorias son esas conectado con un esfuerzo para romper una
cuerda o cuerda, la navaja se ofrece como una herramienta adecuada; si la
percepción de la navaja ocurre como una intrusión en algún otro proceso para el
cual es irrelevante, el ajuste se logra quizás mejor permitiendo que el objeto
No tengo ningún deseo, por supuesto, de dar una apariencia de simplicidad a
procesos que son, de hecho, desalentadoramente complejos, pero tampoco soy
capaz de convencerme de que las infinitas gradaciones y coloraciones de lo que
James llama las Gradaciones son insuficientes, en principio, para explicar toda
la gama de conducta consciente.
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6.- Creative Intelligence, p. 256.
7.- Esta función de las cualidades u objetos experimentados
se describe con más detalle en el ensayo, págs. 246-250.
8.- Éste JOURNAL, Vol. XVII., p. 629.
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Si se concede esta interpretación del comportamiento
consciente, podemos esperar que otras dificultades aparentes se reduzcan a
dimensiones más pequeñas en un enfoque más cercano. No necesitamos, por
ejemplo, hacer una excepción seria a la afirmación de Lovejoy de que los
conceptos son "entidades mentales", en el sentido de que pueden ser
"realmente dados en cualquier momento en cualquier contexto de
experiencia, pero no pueden considerarse como parte de la experiencia". En
el mismo momento, del complejo de masas y fuerzas, en un único espacio 'público',
que constituye el mundo de la ciencia física (9). "Que los conceptos
existen de alguna forma y que hay una diferencia discernible entre ellos y los
objetos físicos es un hecho indudable. La cuestión importante no es si los
conceptos existen, sino si la clasificación de conceptos como
"mentales" debe hacerse de acuerdo con la teoría anterior de la
conducta consciente. Si se construye en el espíritu del instrumentalismo, los
conceptos son esencialmente sustitutos de los objetos sensuales; en el lenguaje
de Dewey, son "herramientas" u objetos que ocupan el peculiar estatus
de ser meros objetos sugeridos. En lo que respecta a la conducta consciente,
funcionan de la misma manera que los objetos físicos, en el sentido de que
también presentan esta "incompletitud" distintiva en virtud de la
cual controlan la conducta de tal manera que la convierten en una búsqueda de
un estímulo más adecuado. No hay fundamento para la afirmación de Lovejoy de
que si los conceptos son admitidos en su lugar legítimo, "se sigue que,
correctamente interpretados y pensados de manera consistente, en la tendencia
pragmatica lo que significa interaccionismo" (10). A menos que abandonemos
la categoría de interaccionismo, volveremos al nivel del naturalismo
mecanicista, del cual la posición del instrumentalismo pretende proporcionar un
medio de escape.
Confío en que haya quedado claro por qué no puedo considerar
a la filosofía como una obligación de proporcionar "Un examen más serio y
completo del problema psicofísico que el que nos ha proporcionado hasta
ahora" (11). El problema en sí parece sospechoso. Si la mente es el tipo
de cosas que se suponía que era en el pasado, entonces no hay escapatoria del
problema mente-cuerpo y de la cansada manipulación de categorías como la
interacción y el paralelismo. Pero si este no es el caso, bien puede ser que el
camino del progreso, para adaptar un dicho de James, “No conduzca en absoluto a
través del problema psicofísico, sino alrededor de él”. En cualquier caso, vale
la pena someter la sugerencia a una seria prueba.
B. H. BODE.
UNIVERSITY OF ILLINOIS.
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9.- Ibid., p. 629.
10.- Ibid., p. 629.
11.- Ibid., p. 632.
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Anexo 1.
a. Portada de “Inteligence and behavior / Inteligencia y conducta” (1921) por B. H. Bode:
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Titulo: “Inteligence and behavior / Inteligencia y conducta”
Autor: B. H. Bode
Fuente: The Journal of Philosophy, Vol. 18, No. 1, pp. 10-17
Año: Jan. 6, 1921
Idioma: Inglés
OBRA ORIGINAL
Tips: En la sección “Buscar en el grupo” coloca el título del libro, autor o año y descargalo de manera gratuita, en el grupo se encuentra solo en inglés, ¡OJO! en esta publicación lo puedes disfrutar en español (Ya que es una traducción del original). Queremos agradecer a todos los lectores por el apoyo pero en especial a la Mtra. Amy R. Epstein quién es Profesora de la University of North Texas agradecemos en demasía puesto que fue ella quien nos compartió el acceso a este valioso artículo. Atentamente todos los que hacemos posible Watson el Psicólogo (@JBWatsonvive) (Gajardo, D., Herrera, A., Luján, F. S., Reyes, J. I., Vences, I.)
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