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Los principios de respuesta en serie y completa como aplicación al aprendizaje (1919) Por RUTLEDGE T. WILTBANK

Los principios de respuesta en serie y completa como aplicación al aprendizaje

Por RUTLEDGE T. WILTBANK

University of Washington

 

La ventaja de estudiar el comportamiento de los animales en un laberinto, como medio para llegar a los factores que intervienen en la formación de hábitos motores, se debe en gran parte a la facilidad con que se pueden observar aquellos movimientos que son más perjudiciales para la formación de hábitos. Esos movimientos son los que ocurren en los callejones sin salida; y es su separación de los movimientos dentro del verdadero camino lo que facilita su observación. En la medida en que el aprendizaje de un laberinto depende de la supresión o eliminación de movimientos inútiles con la retención de los exitosos, y en la medida en que movimientos inútiles distintos de los que conducen a callejones sin salida, tales como las vacilaciones y los retrocesos dentro del camino verdadero, desaparecen como regla al principio del curso del aprendizaje, el principal problema del observador es dar cuenta de la supresión de los movimientos del callejón sin salida.

Es de capital importancia, al intentar resolver este problema, si se sostiene que el hábito de correr por el laberinto se compone de una serie de estímulos con una serie correspondiente de respuestas; o que consiste en una respuesta completa a un conjunto completo de condiciones, debido a que la selección de los movimientos exitosos se debe a "la conformación completa del organismo junto con las condiciones actuales más o menos estimulantes". El primer punto de vista lo sostiene el Dr. Harvey Carr, entre otros, y subyace en su exposición de los principios de selección en el aprendizaje animal (1); y este último ha sido presentado por el Dr. Joseph Peterson en su presentación de la completitud de la respuesta como un principio de explicación en el aprendizaje (2). Las siguientes citas, en las que el

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1.- PSYCHOLOGY REVIEW   /   REVISIÓN DE PSICOLOGÍA, 1914, VOL. 21, PÁGS. 157-165.

2.- PSYCHOLOGY REVIEW  /  REVISIÓN DE PSICOLOGÍA, 1916, Vol. 23, págs. 153-162.

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Dr. Carr se refiere al cuadro de problemas y el Dr. Peterson al laberinto, resumirán los puntos de vista respectivos:

"El animal no reacciona ante esta situación compleja como un todo unitario, como un estímulo único. Reacciona a ella de forma selectiva, y como una serie de estímulos. Existe una interacción circular entre los estímulos sensoriales y los movimientos del animal. Cada acto modifica el estímulo en algún aspecto, y el cambio de estímulo a su vez modifica el acto" (3) (Carr).

"Así, mediante una superposición real de muchas tendencias para responder de diversas maneras, las tendencias erróneas se dirigen hacia las exitosas, y estas últimas se fortalecen con el reforzamiento. Sin esa superposición de varios impulsos en la misma respuesta general, los efectos inhibidores de la respuesta exitosa sobre las tendencias fallidas o irrelevantes son incomprensibles... Es un error considerar estas tendencias como actos separados, cada uno completo en sí mismo y que ocupa toda la esfera por el momento... La selectividad, entonces, se debe finalmente a toda la conformación del organismo junto con las presentes condiciones más o menos estimulantes; más inmediatamente, se debe al efecto acumulativo de varias respuestas parciales incompletas" (4) (Peterson).

La teoría de la estimulación en serie es la que generalmente tienen los estudiantes en este campo de investigación, y la mayoría de ellos probablemente aceptaría el apéndice de la "interacción circular". También se ha reconocido que hay una respuesta menos específica que puede denominarse el conjunto del animal, o su actitud, en la situación del laberinto. Esto no requiere otra suposición que la de que el instinto de desplazamiento, que se manifiesta al introducir el animal en una nueva situación, ya no es operativo, y que la entrada en el laberinto y la obtención de alimento se han asociado en el sistema nervioso del animal. No es necesario asumir, como hace el Dr. Peterson, que muchos de los estímulos que entran en juego durante el recorrido del laberinto están realmente presentes cuando el animal es introducido en el laberinto, algunos de ellos directamente y algunos de ellos indirectamente por asociación (5).

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3.- Op. cit. (Ver arriba), p. 157.

4.- Op. cit. (Ver arriba), pp. 156-157.

5.- Op. cit. (Ver arriba), p. 158.

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El artículo del Dr. Peterson no identifica expresamente la completitud de la respuesta con la suma total de las respuestas que ocurren en el laberinto. Pero la ausencia de cualquier limitación, expresa o —hasta donde el escritor pueda juzgar— está implícita la indicación de que estos términos pueden tomarse como sinónimos. Se puede hacer una observación similar con referencia al término "respuesta general". En consecuencia, parecería que, de acuerdo con este punto de vista, las respuestas que ocurren en el funcionamiento exitoso del laberinto ya están a la mano cuando el animal entra en el laberinto, en virtud de una respuesta completa a una situación completa; y se puede decir que los sucesivos estímulos los provocan sólo en el sentido de que les dan la oportunidad de manifestarse sucesivamente.

Es indudable que se ha avanzado hacia la solución de este problema mediante el método analítico, recurriendo al principio de relación uno a uno entre la serie de estímulos y la serie de respuestas, y a los principios de frecuencia y recencia, incluso si se ha comprobado que no se puede poner igual énfasis en estos últimos ni en el mismo en todo momento. Pero quienes han recurrido a él, no le han reclamado finalidad y perfección. En investigaciones futuras, se puede adherir al método analítico, mientras se pueden buscar nuevos factores que influyan en la selección; o se puede considerar que este método ha dado su mínima explicación, y el estudiante puede recurrir a algún principio nuevo, ya sea la completitud de la respuesta o algún otro; o, nuevamente, la investigación puede llevarse a cabo de acuerdo con más de un método. No es el objetivo de este artículo abogar por la dependencia exclusiva del método analítico, sino más bien plantear una duda sobre la disponibilidad del principio de respuesta completa para servir como sustituto o como complemento del método analítico.

Algunas de las dificultades relacionadas con el principio de respuesta completa se harán evidentes si examinamos el relato del Dr. Peterson sobre la eliminación de un callejón sin salida; y estas dificultades se obtienen tanto si la expresión "respuesta general" denota las tendencias pertenecientes al laberinto como un todo, o aquellas que ocurren sólo en una parte del mismo. Mientras una rata entra y sale de un callejón sin salida (Blind Alley. Expresión del inglés americano que significa quiere decir que el progreso de una actividad no es posible o que la situación no puede producir resultados útiles), ciertos elementos de la respuesta general, según este relato, todavía tienden a drenar en otros callejones que se han pasado recientemente. "Supongamos que se acaba de pasar el recorrido correcto, A, cuando el animal llega repentinamente al final del cul-de-sac (Expresión francesa que significa: callejón sin salida), B. Las tendencias a responder hacia A todavía sobreviven y ahora dirigen la actividad impedida hacia éste, el camino exitoso. Si, por otro lado, se hubiera elegido el camino correcto la primera vez, los impulsos de distracción hacia B se habrían vuelto cada vez más débiles a medida que el animal avanzaba hacia A, y finalmente se habría desvanecido. El principio es no es diferente cuando la complejidad de la situación aumenta. Cuando finalmente se alcanza la comida, todas las reacciones retardadas restantes, las tendencias, aún persistentes, a ir a otros callejones recientemente pasados, se relajan: el acto en su conjunto se completa "(6).

Hay tres dificultades. El primero surge de la afirmación de que, cuando el animal llega repentinamente al final del callejón sin salida, B, es la tendencia a responder al camino correcto lo que lo impulsa por ese camino, lo que implica que esta tendencia atrae al animal fuera del callejón sin salida antes de que lo impulse por el camino correcto. Puede ser que el Dr. Peterson no tuviera la intención de negar que cualquier estimulación dentro del callejón sin salida, como el golpe del animal en el extremo, tenga algún efecto en provocar su retirada; pero el hecho de que pudiera expresarse de manera tan elíptica, omitiendo cualquier mención de la estimulación dentro del callejón sin salida, muestra el énfasis que pone sobre el contraste de tendencias en comparación con la interacción del organismo y el medio ambiente. Además, el animal al salir del callejón sin salida se orienta de manera diferente hacia el camino correcto de como estaba antes de entrar. No es seguro asumir que la solicitud del camino correcto en la orientación posterior será tan fuerte como lo fue en la anterior. Entonces, también, el movimiento hacia adentro y hacia afuera del callejón sin salida puede ejercer una influencia modificadora en la tendencia a seguir el camino correcto, y no hay certeza de que esta modificación deje esa tendencia tan fuerte como lo era antes de la entrada del animal.

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6.- Op. cit. (Ver arriba), pp. 155, 156.

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La segunda dificultad consiste en aclarar cómo, cuando el animal vuelve al camino correcto, la tendencia errónea se dirige hacia la tendencia exitosa como resultado de una colisión entre ambas respuestas. No se hace referencia a ningún efecto resultante de la estimulación que surge del camino correcto y que conduce a la orientación del animal. Carr y Watson (7) observaron que las ratas que ya habían aprendido un laberinto, cuando se colocaban al azar en el laberinto, se movían hacia adelante y hacia atrás unas cuantas veces y luego comenzaban en la dirección correcta. La interpretación que le dieron a este comportamiento fue que el animal había obtenido una "señal", probablemente kinsestésica, que la dirigió correctamente. Es posible, en el caso que el Dr. Peterson considera, que la retirada del animal del callejón sin salida y la entrada al camino correcto en una dirección contraria a la correcta pueda resultar en una confusión, en donde la exploración y orientación similar a la descrita por Carr y Watson podría surgir.

La tercera dificultad es la de comprender cómo, por los motivos alegados, la tendencia por el camino correcto, que no era lo suficientemente fuerte como para evitar que el animal entrara en el callejón sin salida, pudo ganar suficiente fuerza, una vez que el animal había entrado y salido del callejón sin salida, para evitar que vuelva a entrar en él. Cómo la unión de una tendencia errónea y una correcta podría producir algo más que una resultante que se encuentra en algún lugar entre ellas, y mucho menos resultar siempre en el reforzamiento de la tendencia en la dirección correcta y nunca en el reforzamiento de una tendencia en la dirección equivocada, no es evidente. No sirve de nada apelar a la 'respuesta general', o a cualquier redistribución en la tensión general provocada por la superposición de muchas respuestas, porque no se puede probar que la entrada y salida de un callejón sin salida produciría tal un cambio en esta respuesta general para reforzar la tendencia a lo largo del camino verdadero.

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7.- Carr and Watson, "Orientation in the White Rat  /  Orientación en la rata blanca" Journal of Comparative Neurology and Psychology, 1908, 18, pp. 29, 44

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Algunos experimentos realizados por el autor, y que se informarán en una próxima monografía, tienen relación con el tema que se está considerando. A grupos de ratas se les dieron dos o más pruebas en un laberinto, E, y luego se transfirieron a otro laberinto, D, que aprendieron a ejecutar sin errores. Después de esto, fueron devueltos al laberinto E y se les permitió completar su aprendizaje. Los laberintos entre los que se realizaban los traslados eran del mismo material, del mismo tamaño, del mismo color, y estaban colocados uno al lado del otro, con la única diferencia de que los verdaderos caminos y los callejones sin salida, aunque de las mismas dimensiones en ambos laberintos, se organizaron de manera diferente.

Se encontró que algunas de las ratas a su regreso al antiguo laberinto lo corrieron sin error cuatro veces seguidas, cumpliendo así el criterio de maestría adoptado en el experimento. De siete ratas, cuyo aprendizaje de E se había interrumpido después de dos ensayos para aprender D, tres obtuvieron una puntuación perfecta al regresar a E, aunque ninguna de estas tres ratas había realizado una carrera sin errores en ninguno de sus dos ensayos anteriores. De siete ratas, cuyo aprendizaje había sido interrumpido con el mismo propósito después de cuatro intentos, una obtuvo una puntuación perfecta al regresar y otra cometió un solo error en cinco intentos; y ninguna de ellas había realizado una ejecución sin errores en ninguno de sus cuatro ensayos anteriores. De diez cuyo aprendizaje se había interrumpido después de ocho ensayos, seis obtuvieron una puntuación perfecta y uno un solo error en cinco ensayos, entre ellas una rata que había hecho una carrera sin errores y otra que había hecho dos carreras sin errores durante sus ocho pruebas anteriores. De ocho cuyo aprendizaje se interrumpió después de dieciséis intentos, dos obtuvieron una puntuación perfecta, una de ellas hizo una carrera sin errores y la otra ninguno.

Si como consecuencia de aprender el laberinto D, las ratas habían desarrollado las tendencias que se utilizarían en el funcionamiento de ese laberinto, estas tendencias se superponen y se pueden obtener, muchas, si no todas, al mismo tiempo, Es difícil creer que estas tendencias no deban manifestarse al regresar al laberinto E, ya que los elementos que componen los caminos correctos y los callejones sin salida de los laberintos son similares y sólo difieren en su disposición. Pero no podían mostrarse así sin interferir con el aprendizaje del laberinto E. Sin embargo, hemos visto que muchas de las ratas a su regreso atravesaron el laberinto sin error.

Además, no es creíble que las ratas que obtuvieran puntajes perfectos a su regreso al laberinto E después de haber aprendido a correr el laberinto D, fueron capaces de ejecutar el laberinto D perfectamente con la ayuda de ciertas habilidades y ejecutar el laberinto E perfectamente con la ayuda de otras habilidades. Lo que sea que explicara que corrieran el laberinto D perfectamente, explicaría que corrieran el laberinto E perfectamente; y, dado que no pudo haber sido un conjunto de tendencias que constituyera una respuesta completa adquirida en D lo que les permitió ejecutar E perfectamente, es extremadamente dudoso que haya sido tal conjunto de tendencias lo que les permitió ejecutar así D. Cualesquiera que fueran las habilidades que permitieron a las ratas ejecutar E perfectamente después de su regreso de D, esas habilidades se adquirieron mientras dominaban D, ya que se volvieron efectivas inmediatamente después de su transferencia de regreso a E. Pero, obviamente, esas habilidades no podían consistir en un conjunto de tendencias utilizadas en la ejecución de D, porque no encajarían en E y si se llamaran en E solo retrasarían el aprendizaje. No podemos suponer que mientras se aprendía D se estaba llevando a cabo un proceso doble, una parte del cual permitió al animal aprender D y otra parte lo estaba preparando simultáneamente para ejecutar E perfectamente.

Las únicas alternativas, como posibles explicaciones del problema general de la selección de los movimientos exitosos, no son, como parece sostener el Dr. Peterson, la respuesta completa y la respuesta en serie a una sucesión de estímulos, en la que estos las respuestas constituyen actos separados "cada uno completo en sí mismo y ocupando todo el espacio por el momento". Existe todavía otra alternativa: los estímulos pueden tener una forma en serie, pero antes de que se complete el efecto de un estímulo, el próximo estímulo puede comenzar a producir su efecto. El rechazo de la teoría de la respuesta completa, por lo tanto, no significa la aceptación de la teoría de la respuesta en serie en la forma que le da el Dr. Peterson. Se puede observar a este respecto que, si el estímulo inmediatamente anterior puede comenzar a excitar para que la respuesta opere antes de que hayan cesado los efectos del presente, una respuesta pasada o respuestas pasadas también pueden afectar la respuesta presente a través de una modificación que han dejado en el estado del sistema nervioso del organismo, influyendo así en el organismo hacia una pista en lugar de otra. Pero la suposición de efectos debidos a la modificación del organismo a través de respuestas pasadas es una suposición diferente a la de la presencia de una serie de tendencias superpuestas e inter-conflictoras, algunas que instan al organismo en una dirección y otras en otra.

Si bien no sería justificable afirmar que debe depositarse una confianza exclusiva en el método analítico para abordar este problema, es sin embargo el método que ha resultado útil hasta ahora y el único que, a juicio de algunos investigadores, es aplicable. Hay un factor más a tener en cuenta para la selección de los movimientos exitosos, sobre el que se debe llamar la atención. Depende del hecho de que, debido a la estructura del laberinto, se debe realizar un movimiento exitoso en su totalidad: P. Ej., A lo largo de toda la pista en particular en la que se realiza el movimiento, cada vez que el animal atraviesa el laberinto hasta el final, mientras que un movimiento fallido no necesita extenderse a lo largo de toda la longitud del callejón sin salida.

Hasta ahora, el método analítico se ha ocupado principalmente de los factores que influyen en la selección de los movimientos exitosos y sólo indirectamente en la supresión de los erróneos; pero el factor al que aquí se llama la atención actúa directamente sobre los movimientos erróneos, provocando un acortamiento gradual de la distancia a la que el animal penetra en el callejón sin salida. Como se señaló anteriormente, toda la serie de estímulos no afecta necesariamente al organismo uno tras otro con una separación brusca y rígida, pero mientras uno está operativo puede entrar en juego el siguiente. En consecuencia, si el animal, en su primera entrada a un callejón sin salida, recibió al final del callejón el estímulo que lo impulsó a girar, no es necesario en su próxima entrada que viaje al mismo lugar antes de caer bajo la influencia de este estímulo.

La diferencia entre esta condición en el callejón sin salida y una condición similar en la ruta correcta es que, no importa en qué parte de la ruta correcta se vuelva operativo el estímulo para girar en la siguiente pista, el animal debe llegar al final de la pista antes dando paso a ella. Esta diferencia se debe, como ya se ha señalado, a la construcción y patrón del laberinto, al no existir barrera física para el giro de los animales dentro del callejón sin salida, mientras que sí existe tal barrera en el caso de la pista que forma parte del camino correcto. El hecho, entonces, de que los diversos movimientos exitosos deben realizarse en su totalidad, a lo largo de todo el laberinto, pero que los movimientos erróneos no necesitan ser tomados con el hecho adicional de que existe una tendencia constantemente operativa y que reduce la longitud de los movimientos erróneos, como puede observarse en el comportamiento de los animales, estos hechos constituyen un principio explicativo adicional que debe incluirse en la descripción analítica del aprendizaje motor, el principio de la integridad del movimiento exitoso único.

El autor se apresura a agregar que este principio no se presenta como uno completamente nuevo. Holmes, por ejemplo, dice: "En el comportamiento del tipo de ensayo y error, el éxito se logra, no mediante una reacción co-adaptativa directa, sino comprobando o revertiendo todas las reacciones excepto la correcta a la situación” (8); y Carr dice: “Los actos son seleccionados o eliminados según que las consecuencias sensoriales tiendan a facilitarlas e intensificarlas por un lado, o a interrumpirlas y suprimirlas por el otro" (9). Holmes, en el capítulo del cual se toma la cita anterior, se refiere a la ventaja disfrutada por el movimiento exitoso a su conexión con los modos de respuesta congénitos que están adaptados para asegurar el bienestar del organismo; y Carr muestra cómo el resultado del movimiento exitoso final, que es la entrada a la caja de alimentos, asegurará que la inervación conectado con este movimiento no se interrumpirá, pero se completará.

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8.- Holmes, S. J., " Studies in Animal Behavior   /   Estudios en comportamiento animal", p. 158.

9.- Carr, H., op. cit., pág. 162.

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No es el propósito del presente autor cuestionar declaraciones como las anteriores, cuya validez acepta. Ha sido su intención simplemente mostrar que, en el caso del laberinto, en la medida en que los movimientos exitosos deben realizarse a lo largo de toda la pista, mientras que los movimientos erróneos no tienen por qué hacerlo, y hay una tendencia constante que hace que los movimientos erróneos disminuyan, las curvas de aprendizaje involucradas en los movimientos exitosos deben sufrir una mayor inervación que cualquiera de los otros. Esto, como ya se ha señalado, parece justificar colocar el principio de la completitud del movimiento único exitoso en pie de igualdad con la frecuencia y la recencia que los principios explicativos en el aprendizaje de laberintos. Además, parece justificado suponer que este principio se aplica a todo aprendizaje mediante el método de ensayo y error.


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Anexo 1.

a. Portada "The principles of serial and complete response as applied to learning / Los principios de respuesta en serie y completa como aplicación al aprendizaje” (1919) Rutledge T. Wiltbank


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Titulo: "The principles of serial and complete response as applied to learning / Los principios de respuesta en serie y completa como aplicación al aprendizaje”

Autor: Rutledge T. Wiltbank

Año: 1919

Idioma: Inglés

Fuente: The Journal of Philosophy, Psychology and Scientific Methods Vol. 16, No. 23 (Nov. 6, 1919), pp. 642-644

OBRA ORIGINAL

 

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