CONDUCTISMO Y PROPÓSITO
En los albores de la historia del pensamiento filosófico y
teológico apareció una distinción entre mecanismo y finalidad. Y al comienzo de
la filosofía "moderna" esta dicotomía se materializó, como todos
sabemos, en sistemas metafísicos que eran abiertamente dualistas, sistemas que
postulaban que el espíritu y la materia eran dos tipos de sustancia
fundamentalmente diferentes. Hoy, aunque los dualismos metafísicos ya no están
de moda, todavía subsiste una distinción similar en forma de postulado de
trabajo de la psicología. La psicología "mentalista" ortodoxa supone,
es decir, que, como campos descriptivos, la mente y el cuerpo son dos tipos
distintos de entidad; y ve en la "finalidad" un carácter que
pertenece sólo al primer campo. Porque, aunque la mente sea en última
instancia, metafísicamente, reducible al cuerpo (o viceversa, en caso de que
uno sea idealista), la psicología ortodoxa mantiene que, desde el punto de
vista de la descripción inmediata, la mente exhibe una "finalidad",
mientras que el cuerpo no. Se sostiene que la finalidad es esencialmente una
categoría mentalista.
Siendo estos los antecedentes y puntos de vista generales de
la psicología moderna, es natural que ésta vea con sospecha el conductismo,
pues para el psicólogo común el "comportamiento" es un fenómeno que
pertenece al lado corporal del dualismo y, aunque puede ser en sí mismo un tema
de estudio interesante e importante, debe, por hipótesis, ser incapaz de
abarcar todo el tema de investigación. Debe ser incapaz de abordar el
"propósito".
Ahora bien, la tesis del presente artículo será que un
conductismo (si es del tipo adecuado) (1) considera tan fácil y necesario
incluir los fenómenos descriptivos del "propósito" como lo hace un
mentalismo. El propósito, adecuadamente concebido, se sostendrá, es en sí mismo
sólo un aspecto objetivo de la conducta. Cuando un animal está aprendiendo a
sortear un laberinto, o escapando de una caja de rompecabezas, o simplemente
realizando su tarea diaria de comer, construir un nido, dormir y cosas por el
estilo, se notará que en todas esas acciones se encuentra una cierta
persistencia hasta el carácter. Ahora bien, es precisamente esta persistencia
hasta el carácter lo que definiremos como propósito.
Cabe señalar de paso que el profesor McDougall (2) ha
llamado la atención sobre un carácter similar en la conducta. Así, encuentra
las seis características descriptivas siguientes: 1.- "cierta
espontaneidad del movimiento"; 2.- "la persistencia de la actividad
independientemente de la continuidad de la impresión que puede haberla
iniciado"; 3.- "variación de la dirección de los movimientos
persistentes"; 4.- "la terminación de los movimientos del animal tan
pronto como hayan producido un tipo particular de cambio en su situación";
5.- "la preparación para la nueva situación a cuya producción contribuye
la acción"; 6.- "cierto grado de mejora en la eficacia de la
conducta, cuando es repetida por el animal en circunstancias similares". Y
declara, como deberíamos, que las primeras cinco corresponden al propósito.
Pero la diferencia fundamental entre él y nosotros surge en que él, siendo un
"mentalista", simplemente infiere el propósito de estos aspectos de
la conducta, mientras que nosotros, siendo conductistas, identificamos el
propósito con tales aspectos. Cuando se observa a un animal en acción, no se
sabe nada acerca de los posibles "contenidos" de su "mente"
y suponer que existen tales contenidos no nos parece que añada nada a la descripción.
Sin embargo, se ven ciertos aspectos de la conducta en sí que son importantes y
para los que el término "propósito" parece un buen nombre. Y no hay
ningún valor explicativo adicional, deberíamos sostener, en suponer además que
tales respuestas están acompañadas de algo mentalista, también conocido como
"propósito".
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1.- Es decir, no se trata de un mero movimiento muscular de
tipo watsoniano. Véase Tolman,
E. C., "A New Formula for Behaviorism", Psychol. Review, 29, 1922,
44-53.
2.- Outline
of Psychology, Scribners, 1923, cap. 11. Véase también "Proposive or
Mechanical Psychology", Psycho. Rev., 1923, 273-288.
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El argumento de este artículo es que, siempre que la
descripción puramente objetiva de una conducta simple o compleja descubra un
carácter de "persistencia hasta", tenemos lo que el conductismo
define como propósito. Y tras un análisis más profundo, descubrimos que dicha
descripción aparece siempre que, para identificar la conducta dada, se
considera necesaria una referencia a algún "objeto final" o
"situación". Entonces, cuando una rata corre por un laberinto y
exhibe un método de ensayo y error, descubrimos que dichos ensayos y errores no
son totalmente identificables en términos de una contracción muscular
específica A, seguida de una contracción muscular específica B, etc. Sólo se
pueden describir completamente como respuestas que "persisten hasta"
que se alcanza un "objeto final" específico, la comida. La
identificación de estas exploraciones de ensayo y error tiene que incluir, en
resumen, una declaración de la situación final (es decir, la presencia de
comida) hacia la que eventualmente se dirigen. Por lo tanto, tal conducta es,
en nuestra terminología, un caso de propósito. Ilustremos esto con otros
ejemplos.
Los Peckham (3), al describir la conducta de
aprovisionamiento de nidos de la avispa solitaria Bembex, informan lo
siguiente: "A veces deja caer la mosca detrás de ella y luego, dándose la
vuelta, la atrae hacia adentro con sus mandíbulas. En otros casos, cuando una
porción más larga del túnel ha sido rellenada con tierra, la mosca se deja
tirada en el suelo mientras la avispa despeja el camino. La tierra que es
pateada a veces la cubre de modo que cuando el camino está despejado, el
propietario descuidado debe buscarla y limpiarla antes de poder guardarla. En
un caso, en el que habíamos estado abriendo un nido cercano, el túnel estaba
completamente bloqueado por la tierra suelta que habíamos removido, y la avispa
trabajó durante diez minutos antes de despejar un camino hacia su nido".
En resumen, este comportamiento de la avispa, que contiene, como lo hace, todas
estas posibles variaciones, tiene como característica constante e
identificativa el hecho de que siempre termina "atrapando a la mosca en la
hilera de madrigueras". Es un caso de propósito. Nuevamente, las luchas
del gatito de Thorndike (4) son luchas por "salir". Es decir, la
identificación descriptiva completa de su conducta requiere la inclusión de
este carácter de "salir". La conducta exhibe un propósito. También la
conducta de los pollos, perros y simios de Köhler (5), al "rodear"
obstáculos (es decir, tomar-Umwege (Del Alemán "Desvio")) para
alcanzar la comida, debe describirse, en cada caso, con referencia a la
posición relativa del objeto objetivo. Por lo tanto, estas conductas también
exhiben el aspecto del propósito.
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3.- Avispas sociales y solitarias, Houghton, Mifflin Co.,
1905, p. 123.
4.- Inteligencia animal, 1911, p. 35.
5.- Köhler, Wolfgang, Intelligenz Priifungen an
Menschenaffen, 2te Auflage. Julio Springer. Berlín, 1921, pág. 8-17.
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Finalmente, las conductas de un hombre que escapa de un
hotel en llamas (6), de un niño que se aleja de una estufa caliente, de un
estudiante universitario que cruza la calle para escapar de un conocido
indeseable y de un polluelo (7) que rechaza a una oruga desagradable,
nuevamente requieren para su identificación descriptiva la declaración de sus
respectivos personajes a quo. Son completamente identificables solo si
incluimos qué es y de dónde se está realizando la fuga.
En resumen, siempre que, al describir una conducta, se
considere necesario incluir una declaración de algo hacia lo cual o desde lo
cual se dirige la conducta, ahí tenemos un propósito. Pero podemos analizar más
a fondo. ¿Cuándo es necesario un enunciado de un "hacia-lo-cual" o de
un "desde-lo-cual"? Lo encontramos necesario siempre que, modificando
las diversas circunstancias que intervienen, descubrimos que el mismo objetivo
sigue estando ahí y sigue identificando la respuesta dada. Así, cuando
realizamos cambios menores en la posición o naturaleza de los objetos que
intervienen y la conducta se reajusta de modo que vuelve a llegar al mismo
objeto final, se trata de un caso de propósito. O, finalmente, cuando
eliminamos por completo el objeto-objetivo y la conducta cesa en ese momento,
el propósito debe haber sido nuevamente una característica descriptiva. En
resumen, el propósito está presente, descriptivamente, siempre que sea
necesario un enunciado del objeto-meta para indicar 1.- la constancia del objeto-meta
a pesar de las variaciones en el ajuste a los obstáculos intermedios, o 2.-
variaciones en la dirección final correspondientes a diferentes posiciones del
objeto-meta, o 3.- el cese de la actividad cuando un objeto-meta dado se
elimina por completo.
Pero quizá nuestros amigos "mentalistas" quieran
intervenir aquí. Estarán de acuerdo con nosotros, sin duda, en que estos
aspectos de la conducta conducen naturalmente al uso de la palabra
"propósito", pero negarán que ese "propósito" sea un mero
aspecto de la conducta misma. Y quizá, en apoyo de esta negación, señalarán que
tales cambios de conducta, como hemos estado sugiriendo, requieren
"memoria". El organismo tiene que notar y "recordar" los
cambios en la posición o carácter del objeto-meta, para que su conducta se vea
afectada de esa manera. Si una rata reajusta su conducta a los cambios en la
posición de la caja de comida o a los cambios en la ruta intermedia, puede
hacerlo sólo en virtud de recordar la posición antigua o nueva de la caja de
comida. Por lo tanto, declararán que, incluso si el propósito en sí no fuera un
fenómeno "mentalista" en última instancia, su funcionamiento real
debe basarse en la memoria, y la memoria, en todo caso, es un fenómeno
mentalista. Pero también negaremos esta última suposición.
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6.- Véase Tolman, E. C., "Instinto y propósito",
Psychol. Rev., vol. 27, 1920, págs. 217-233.
7.- Holmes, S. J., "Estudios sobre el comportamiento
animal", Badger, 1916, pág. 131.
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La memoria, como el propósito mismo, puede ser concebida, en
nuestra opinión, como un aspecto puramente empírico de la conducta. Decir que
un animal recuerda "tal y tal cosa" es simplemente otra manera de
decir que se puede demostrar que su conducta actual depende causalmente de
"tal y tal cosa". El hecho de que el animal vaya hacia o desde un
objeto que no está inmediatamente presente implica, sin duda, que su conducta
es en ese momento y allí una función de un objeto que ahora está ausente. Pero
esta dependencia funcional del comportamiento es un hecho puramente objetivo, y
eso es todo lo que debe entenderse por memoria. Pero esa memoria, como el
"propósito" mismo, no es más que otro aspecto objetivo de la
conducta.
Concluimos, entonces, que siempre que para describir una
conducta nuestra descripción tiene que incluir que es una función de un objeto
hacia el cual o desde el cual se dirige el animal, entonces tenemos propósito.
Y siempre que, al mismo tiempo, este objeto no está presente a los sentidos,
entonces también tenemos memoria.
Cabe señalar que al profesor Perry se le debe el mérito de
haber señalado por primera vez la posibilidad de una definición puramente
objetiva y conductista del propósito. En su artículo "Docilidad y
propósito" (8) descubrió que el propósito es objetivamente inherente a
toda conducta que implique aprendizaje. Pero parece, por tanto, que para él, no
es la mera dirección de la conducta con "referencia al objeto-meta"
lo que define el propósito, sino más bien el hecho de aprender en sí. El gatito
de Thorndike, al escapar de la caja de rompecabezas, mostró un propósito según
él, porque mejoró al salir en las pruebas sucesivas.
Ahora bien, es evidente que lo que se llama propósito y lo
que se llama menos que propósito son, por supuesto, en último análisis, meras
cuestiones de conveniencia en el uso de la terminología. Por tanto, si el
profesor Perry cree que quiere reservar la palabra "propósito" sólo
para aquellos casos en los que interviene el aprendizaje, no se le puede acusar
de lógica errónea. Pero, al autor de este artículo, le parece más deseable y
menos confuso aplicar el término a toda conducta que pueda considerarse una función
de una situación final, independientemente de que se produzca o no un
aprendizaje. El profesor Perry reservaría el término "propósito" para
una descripción de una conducta como la del gatito de Thorndike, en la que el
fin se alcanza antes en pruebas sucesivas. El autor de este artículo, por el
contrario, lo aplicaría también a una conducta en la que, aunque no se observe
ninguna mejora, se puede ver que el animal persiste en cada prueba hasta que se
alcanza un fin determinado. Así, la conducta de Stentor (9) al alejarse del
carmín que cae. En el caso de que el autor de este artículo haya realizado una
inversión de los cilios y luego una contracción, y finalmente una contracción
tan fuerte que le haga arrancar raíces y nadar hasta una nueva ubicación, sería
un caso de propósito, incluso si en un ensayo posterior no se produjera antes
la respuesta final de contracción. Porque la descripción completa de incluso
esta primera conducta requiere una referencia a una situación final; a saber,
el fin de evitar el carmín. Porque se ha descubierto que la conducta se
mantiene sólo hasta que se logra esto último. Y si, por ejemplo, como resultado
de la primera contracción, se permite al animal alcanzar el "éxito",
la actividad se detiene. La evitación del carmín, en resumen, es una
característica descriptiva real de la conducta. Las respuestas, incluso en la
primera ocasión y antes de que el aprendizaje haya tenido una oportunidad,
continúan sólo hasta que se consuma dicha evitación.
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8.- Psychol. Review, vol. 25, (1918), 1-20. Véase también
esta REVISTA, vol. XVII, (1921), 85-105, 169-180, 365-375; Philosophical
Review, vol. 30, (1921), 131-169.
9.- Jennings, The Behavior of the Lower Organisms,
MacMillan, 1
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Por otra parte, el hecho de aprender, que aparece en los
organismos superiores (y quizá incluso en el propio stentor), nos parece algo
diferente. Es, por supuesto, en sí mismo un fenómeno interesante e importante,
pero parece ser algo superpuesto al propósito, en lugar de idéntico al
propósito. La docilidad resulta del propósito y no se producirá con el
propósito, pero es algo más que este último. Por lo tanto, no podemos estar de
acuerdo con el profesor Perry en su definición de docilidad y propósito como coextensivas.
Este último aparece, siempre que se trate de un fin, independientemente de si
el animal mejora o no en la consecución de ese fin. Y ahora podemos recordar
que el profesor McDougall presentó en realidad seis marcas de conducta y que su
sexta era la del aprendizaje. Pero encontró que el propósito estaba implícito
sólo en sus primeras cinco características. En esto, pues, estamos de acuerdo
con él.
En conclusión, aunque coincidimos con el profesor McDougall
en que sus cinco primeras características de la conducta son características
del propósito, discrepamos con él en suponer que dicho "propósito" es
algo que se añade a la mera descripción objetiva de la conducta misma. En este
asunto, seguiríamos más bien al profesor Perry. El propósito nos parece, como
le parece a él, un aspecto puramente objetivo de la conducta misma. Sin
embargo, discrepamos con el profesor Perry en que no restringiríamos este aspecto
objetivo del "propósito" al hecho del aprendizaje. El propósito es un
fenómeno más amplio y más fundamental que el aprendizaje. El propósito,
deberíamos afirmar, es ese aspecto de la conducta que está presente siempre
que, simplemente para describir la conducta, es necesario incluir una
referencia a la posición o naturaleza del objeto meta, como tal.
EDWARD CHACE TOLMAN
UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA.
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Anexo 1.
a. Artículo: “Behaviorism and Purpose", de Edward Chace Tolman Source: The Journal of Philosophy , Jan. 15, 1925, Vol. 22, No. 2 (Jan. 15, 1925), pp. 36- 41.
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Título: CONDUCTISMO Y PROPÓSITO // Behaviorism and Purpose
Autor: Edward Chace Tolman
Año: 1925
Publicado en: The Journal of Philosophy , Jan. 15, 1925, Vol. 22, No. 2 (Jan. 15, 1925), pp. 36 41.
Idioma: Inglés
OBRA ORIGINAL
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Tips: En la sección “Buscar en el grupo” coloca el título del libro, autor o año y descargalo de manera gratuita, en el grupo se encuentra solo en inglés, ¡OJO! en esta publicación lo puedes disfrutar en español (Ya que es una traducción del original). Queremos agradecer a todos los lectores por el apoyo pero en especial a la Mtra. Amy R. Epstein quién es Profesora de la University of North Texas agradecemos en demasía puesto que fue ella quien nos compartió el acceso a este valioso artículo. Atentamente todos los que hacemos posible Watson el Psicólogo (@JBWatsonvive) (Herrera, A. &
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