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CONDUCTISMO Y PROPÓSITO (1925) Edward Chace Tolman

CONDUCTISMO Y PROPÓSITO

 

En los albores de la historia del pensamiento filosófico y teológico apareció una distinción entre mecanismo y finalidad. Y al comienzo de la filosofía "moderna" esta dicotomía se materializó, como todos sabemos, en sistemas metafísicos que eran abiertamente dualistas, sistemas que postulaban que el espíritu y la materia eran dos tipos de sustancia fundamentalmente diferentes. Hoy, aunque los dualismos metafísicos ya no están de moda, todavía subsiste una distinción similar en forma de postulado de trabajo de la psicología. La psicología "mentalista" ortodoxa supone, es decir, que, como campos descriptivos, la mente y el cuerpo son dos tipos distintos de entidad; y ve en la "finalidad" un carácter que pertenece sólo al primer campo. Porque, aunque la mente sea en última instancia, metafísicamente, reducible al cuerpo (o viceversa, en caso de que uno sea idealista), la psicología ortodoxa mantiene que, desde el punto de vista de la descripción inmediata, la mente exhibe una "finalidad", mientras que el cuerpo no. Se sostiene que la finalidad es esencialmente una categoría mentalista.

 

Siendo estos los antecedentes y puntos de vista generales de la psicología moderna, es natural que ésta vea con sospecha el conductismo, pues para el psicólogo común el "comportamiento" es un fenómeno que pertenece al lado corporal del dualismo y, aunque puede ser en sí mismo un tema de estudio interesante e importante, debe, por hipótesis, ser incapaz de abarcar todo el tema de investigación. Debe ser incapaz de abordar el "propósito".

 

Ahora bien, la tesis del presente artículo será que un conductismo (si es del tipo adecuado) (1) considera tan fácil y necesario incluir los fenómenos descriptivos del "propósito" como lo hace un mentalismo. El propósito, adecuadamente concebido, se sostendrá, es en sí mismo sólo un aspecto objetivo de la conducta. Cuando un animal está aprendiendo a sortear un laberinto, o escapando de una caja de rompecabezas, o simplemente realizando su tarea diaria de comer, construir un nido, dormir y cosas por el estilo, se notará que en todas esas acciones se encuentra una cierta persistencia hasta el carácter. Ahora bien, es precisamente esta persistencia hasta el carácter lo que definiremos como propósito.

 

Cabe señalar de paso que el profesor McDougall (2) ha llamado la atención sobre un carácter similar en la conducta. Así, encuentra las seis características descriptivas siguientes: 1.- "cierta espontaneidad del movimiento"; 2.- "la persistencia de la actividad independientemente de la continuidad de la impresión que puede haberla iniciado"; 3.- "variación de la dirección de los movimientos persistentes"; 4.- "la terminación de los movimientos del animal tan pronto como hayan producido un tipo particular de cambio en su situación"; 5.- "la preparación para la nueva situación a cuya producción contribuye la acción"; 6.- "cierto grado de mejora en la eficacia de la conducta, cuando es repetida por el animal en circunstancias similares". Y declara, como deberíamos, que las primeras cinco corresponden al propósito. Pero la diferencia fundamental entre él y nosotros surge en que él, siendo un "mentalista", simplemente infiere el propósito de estos aspectos de la conducta, mientras que nosotros, siendo conductistas, identificamos el propósito con tales aspectos. Cuando se observa a un animal en acción, no se sabe nada acerca de los posibles "contenidos" de su "mente" y suponer que existen tales contenidos no nos parece que añada nada a la descripción. Sin embargo, se ven ciertos aspectos de la conducta en sí que son importantes y para los que el término "propósito" parece un buen nombre. Y no hay ningún valor explicativo adicional, deberíamos sostener, en suponer además que tales respuestas están acompañadas de algo mentalista, también conocido como "propósito".

 

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1.- Es decir, no se trata de un mero movimiento muscular de tipo watsoniano. Véase Tolman, E. C., "A New Formula for Behaviorism", Psychol. Review, 29, 1922, 44-53.

 

2.- Outline of Psychology, Scribners, 1923, cap. 11. Véase también "Proposive or Mechanical Psychology", Psycho. Rev., 1923, 273-288.

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El argumento de este artículo es que, siempre que la descripción puramente objetiva de una conducta simple o compleja descubra un carácter de "persistencia hasta", tenemos lo que el conductismo define como propósito. Y tras un análisis más profundo, descubrimos que dicha descripción aparece siempre que, para identificar la conducta dada, se considera necesaria una referencia a algún "objeto final" o "situación". Entonces, cuando una rata corre por un laberinto y exhibe un método de ensayo y error, descubrimos que dichos ensayos y errores no son totalmente identificables en términos de una contracción muscular específica A, seguida de una contracción muscular específica B, etc. Sólo se pueden describir completamente como respuestas que "persisten hasta" que se alcanza un "objeto final" específico, la comida. La identificación de estas exploraciones de ensayo y error tiene que incluir, en resumen, una declaración de la situación final (es decir, la presencia de comida) hacia la que eventualmente se dirigen. Por lo tanto, tal conducta es, en nuestra terminología, un caso de propósito. Ilustremos esto con otros ejemplos.

 

Los Peckham (3), al describir la conducta de aprovisionamiento de nidos de la avispa solitaria Bembex, informan lo siguiente: "A veces deja caer la mosca detrás de ella y luego, dándose la vuelta, la atrae hacia adentro con sus mandíbulas. En otros casos, cuando una porción más larga del túnel ha sido rellenada con tierra, la mosca se deja tirada en el suelo mientras la avispa despeja el camino. La tierra que es pateada a veces la cubre de modo que cuando el camino está despejado, el propietario descuidado debe buscarla y limpiarla antes de poder guardarla. En un caso, en el que habíamos estado abriendo un nido cercano, el túnel estaba completamente bloqueado por la tierra suelta que habíamos removido, y la avispa trabajó durante diez minutos antes de despejar un camino hacia su nido". En resumen, este comportamiento de la avispa, que contiene, como lo hace, todas estas posibles variaciones, tiene como característica constante e identificativa el hecho de que siempre termina "atrapando a la mosca en la hilera de madrigueras". Es un caso de propósito. Nuevamente, las luchas del gatito de Thorndike (4) son luchas por "salir". Es decir, la identificación descriptiva completa de su conducta requiere la inclusión de este carácter de "salir". La conducta exhibe un propósito. También la conducta de los pollos, perros y simios de Köhler (5), al "rodear" obstáculos (es decir, tomar-Umwege (Del Alemán "Desvio")) para alcanzar la comida, debe describirse, en cada caso, con referencia a la posición relativa del objeto objetivo. Por lo tanto, estas conductas también exhiben el aspecto del propósito.

 

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3.- Avispas sociales y solitarias, Houghton, Mifflin Co., 1905, p. 123.

4.- Inteligencia animal, 1911, p. 35.

5.- Köhler, Wolfgang, Intelligenz Priifungen an Menschenaffen, 2te Auflage. Julio Springer. Berlín, 1921, pág. 8-17.

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Finalmente, las conductas de un hombre que escapa de un hotel en llamas (6), de un niño que se aleja de una estufa caliente, de un estudiante universitario que cruza la calle para escapar de un conocido indeseable y de un polluelo (7) que rechaza a una oruga desagradable, nuevamente requieren para su identificación descriptiva la declaración de sus respectivos personajes a quo. Son completamente identificables solo si incluimos qué es y de dónde se está realizando la fuga.

 

En resumen, siempre que, al describir una conducta, se considere necesario incluir una declaración de algo hacia lo cual o desde lo cual se dirige la conducta, ahí tenemos un propósito. Pero podemos analizar más a fondo. ¿Cuándo es necesario un enunciado de un "hacia-lo-cual" o de un "desde-lo-cual"? Lo encontramos necesario siempre que, modificando las diversas circunstancias que intervienen, descubrimos que el mismo objetivo sigue estando ahí y sigue identificando la respuesta dada. Así, cuando realizamos cambios menores en la posición o naturaleza de los objetos que intervienen y la conducta se reajusta de modo que vuelve a llegar al mismo objeto final, se trata de un caso de propósito. O, finalmente, cuando eliminamos por completo el objeto-objetivo y la conducta cesa en ese momento, el propósito debe haber sido nuevamente una característica descriptiva. En resumen, el propósito está presente, descriptivamente, siempre que sea necesario un enunciado del objeto-meta para indicar 1.- la constancia del objeto-meta a pesar de las variaciones en el ajuste a los obstáculos intermedios, o 2.- variaciones en la dirección final correspondientes a diferentes posiciones del objeto-meta, o 3.- el cese de la actividad cuando un objeto-meta dado se elimina por completo.

 

Pero quizá nuestros amigos "mentalistas" quieran intervenir aquí. Estarán de acuerdo con nosotros, sin duda, en que estos aspectos de la conducta conducen naturalmente al uso de la palabra "propósito", pero negarán que ese "propósito" sea un mero aspecto de la conducta misma. Y quizá, en apoyo de esta negación, señalarán que tales cambios de conducta, como hemos estado sugiriendo, requieren "memoria". El organismo tiene que notar y "recordar" los cambios en la posición o carácter del objeto-meta, para que su conducta se vea afectada de esa manera. Si una rata reajusta su conducta a los cambios en la posición de la caja de comida o a los cambios en la ruta intermedia, puede hacerlo sólo en virtud de recordar la posición antigua o nueva de la caja de comida. Por lo tanto, declararán que, incluso si el propósito en sí no fuera un fenómeno "mentalista" en última instancia, su funcionamiento real debe basarse en la memoria, y la memoria, en todo caso, es un fenómeno mentalista. Pero también negaremos esta última suposición.

 

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6.- Véase Tolman, E. C., "Instinto y propósito", Psychol. Rev., vol. 27, 1920, págs. 217-233.

7.- Holmes, S. J., "Estudios sobre el comportamiento animal", Badger, 1916, pág. 131.

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La memoria, como el propósito mismo, puede ser concebida, en nuestra opinión, como un aspecto puramente empírico de la conducta. Decir que un animal recuerda "tal y tal cosa" es simplemente otra manera de decir que se puede demostrar que su conducta actual depende causalmente de "tal y tal cosa". El hecho de que el animal vaya hacia o desde un objeto que no está inmediatamente presente implica, sin duda, que su conducta es en ese momento y allí una función de un objeto que ahora está ausente. Pero esta dependencia funcional del comportamiento es un hecho puramente objetivo, y eso es todo lo que debe entenderse por memoria. Pero esa memoria, como el "propósito" mismo, no es más que otro aspecto objetivo de la conducta.

 

Concluimos, entonces, que siempre que para describir una conducta nuestra descripción tiene que incluir que es una función de un objeto hacia el cual o desde el cual se dirige el animal, entonces tenemos propósito. Y siempre que, al mismo tiempo, este objeto no está presente a los sentidos, entonces también tenemos memoria.

 

Cabe señalar que al profesor Perry se le debe el mérito de haber señalado por primera vez la posibilidad de una definición puramente objetiva y conductista del propósito. En su artículo "Docilidad y propósito" (8) descubrió que el propósito es objetivamente inherente a toda conducta que implique aprendizaje. Pero parece, por tanto, que para él, no es la mera dirección de la conducta con "referencia al objeto-meta" lo que define el propósito, sino más bien el hecho de aprender en sí. El gatito de Thorndike, al escapar de la caja de rompecabezas, mostró un propósito según él, porque mejoró al salir en las pruebas sucesivas.

 

Ahora bien, es evidente que lo que se llama propósito y lo que se llama menos que propósito son, por supuesto, en último análisis, meras cuestiones de conveniencia en el uso de la terminología. Por tanto, si el profesor Perry cree que quiere reservar la palabra "propósito" sólo para aquellos casos en los que interviene el aprendizaje, no se le puede acusar de lógica errónea. Pero, al autor de este artículo, le parece más deseable y menos confuso aplicar el término a toda conducta que pueda considerarse una función de una situación final, independientemente de que se produzca o no un aprendizaje. El profesor Perry reservaría el término "propósito" para una descripción de una conducta como la del gatito de Thorndike, en la que el fin se alcanza antes en pruebas sucesivas. El autor de este artículo, por el contrario, lo aplicaría también a una conducta en la que, aunque no se observe ninguna mejora, se puede ver que el animal persiste en cada prueba hasta que se alcanza un fin determinado. Así, la conducta de Stentor (9) al alejarse del carmín que cae. En el caso de que el autor de este artículo haya realizado una inversión de los cilios y luego una contracción, y finalmente una contracción tan fuerte que le haga arrancar raíces y nadar hasta una nueva ubicación, sería un caso de propósito, incluso si en un ensayo posterior no se produjera antes la respuesta final de contracción. Porque la descripción completa de incluso esta primera conducta requiere una referencia a una situación final; a saber, el fin de evitar el carmín. Porque se ha descubierto que la conducta se mantiene sólo hasta que se logra esto último. Y si, por ejemplo, como resultado de la primera contracción, se permite al animal alcanzar el "éxito", la actividad se detiene. La evitación del carmín, en resumen, es una característica descriptiva real de la conducta. Las respuestas, incluso en la primera ocasión y antes de que el aprendizaje haya tenido una oportunidad, continúan sólo hasta que se consuma dicha evitación.

 

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8.- Psychol. Review, vol. 25, (1918), 1-20. Véase también esta REVISTA, vol. XVII, (1921), 85-105, 169-180, 365-375; Philosophical Review, vol. 30, (1921), 131-169.

9.- Jennings, The Behavior of the Lower Organisms, MacMillan, 1

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Por otra parte, el hecho de aprender, que aparece en los organismos superiores (y quizá incluso en el propio stentor), nos parece algo diferente. Es, por supuesto, en sí mismo un fenómeno interesante e importante, pero parece ser algo superpuesto al propósito, en lugar de idéntico al propósito. La docilidad resulta del propósito y no se producirá con el propósito, pero es algo más que este último. Por lo tanto, no podemos estar de acuerdo con el profesor Perry en su definición de docilidad y propósito como coextensivas. Este último aparece, siempre que se trate de un fin, independientemente de si el animal mejora o no en la consecución de ese fin. Y ahora podemos recordar que el profesor McDougall presentó en realidad seis marcas de conducta y que su sexta era la del aprendizaje. Pero encontró que el propósito estaba implícito sólo en sus primeras cinco características. En esto, pues, estamos de acuerdo con él.

 

En conclusión, aunque coincidimos con el profesor McDougall en que sus cinco primeras características de la conducta son características del propósito, discrepamos con él en suponer que dicho "propósito" es algo que se añade a la mera descripción objetiva de la conducta misma. En este asunto, seguiríamos más bien al profesor Perry. El propósito nos parece, como le parece a él, un aspecto puramente objetivo de la conducta misma. Sin embargo, discrepamos con el profesor Perry en que no restringiríamos este aspecto objetivo del "propósito" al hecho del aprendizaje. El propósito es un fenómeno más amplio y más fundamental que el aprendizaje. El propósito, deberíamos afirmar, es ese aspecto de la conducta que está presente siempre que, simplemente para describir la conducta, es necesario incluir una referencia a la posición o naturaleza del objeto meta, como tal.

 

EDWARD CHACE TOLMAN

UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA.

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Anexo 1.

a. Artículo: “Behaviorism and Purpose", de Edward Chace Tolman Source: The Journal of Philosophy , Jan. 15, 1925, Vol. 22, No. 2 (Jan. 15, 1925), pp. 36- 41.







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Título: CONDUCTISMO Y PROPÓSITO // Behaviorism and Purpose

Autor: Edward Chace Tolman

Año: 1925


Publicado en: The Journal of Philosophy , Jan. 15, 1925, Vol. 22, No. 2 (Jan. 15, 1925), pp. 36 41.


Idioma: Inglés

OBRA ORIGINAL

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